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Publicado por
JESÚS SALAMANCA ALONSO
León

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CADA VEZ molesta más que la llamada «kale borroka» presione a costa de la situación de los presos de ETA, cuando los propios violentos consideran que están muertos para la causa. ¡Ya está bien de hipocresía! El entorno mafioso de la banda no quiere oír hablar de los presos, sobre todo el entorno más radical. Por eso las consignas de las manifestaciones de estos últimos días, donde Askatasuna y Etxerat han pretendido ser protagonistas, son más un chiste de largo recorrido que una aspiración realista. El chantaje de los violentos no ha dado resultado. A más violencia etarra, más desprecio acumulado por parte de la sociedad vasca y española. Un Estado de Derecho no tiene nada que tratar con la banda asesina ETA. Pero nada de nada, excepto la rendición, la entrega de las armas y el compromiso de cumplir íntegras las penas, sobre todo en los delitos de sangre. Con asesinos y extorsionadores no se pacta, ni se negocia. Dialogar, sí, y mucho, pero para fijar día, hora y lugar para la entrega de las armas, pedir perdón a la sociedad española y rendir cuentas con la Justicia. La situación de los presos no va a variar. Los presos son innegociables, como innegociable es la rendición del Estado de Derecho. Hay que hablar claro de una vez: la banda y su entorno no quieren tener cerca a los presos, ya que son terroristas «burn out». Para entendernos: en el entorno abertzale, un preso es material quemado e inservible para la causa; aunque rentable económicamente para los familiares. Hemos insistido, y no nos cansaremos de hacerlo a pesar de las reiteradas amenazas, en la urgencia de aprobar una nueva Ley Penitenciaria que plantee una nueva forma de dispersión. ETA seguirá acorralada, tan pronto como José Luis Rodríguez Zapatero abandone e l poder por mandato de las urnas. Su tiempo de responsabilidad ha sido en buena medida un tiempo muerto para la Justicia, para la sociedad y para el Estado de Derecho. España no se merece un Gobierno que intente «nadar entre dos aguas», que haga el ridículo en política exterior, que conduzca a España hacia el hazmerreír en la Unión Europea y cuya lealtad se ponga en duda constantemente. «Por la boca muere el pez» y eso es lo que el presidente Rodríguez está pagando en casi todos los foros: «Se muestra nervioso y atenazado, sabe que varios de sus ministros le han vendido en varias ocasiones y está con las posaderas al aire», comentaba la semana pasada uno de sus allegados en León. Han dejado de creer en él buena parte de los suyos. Se han convencido de su falta de carisma y comprueban a diario la inutilidad de la mayoría de sus medidas sociales y políticas; casi siempre inducidas por un claro desconocimiento y una peor perspectiva. No podemos entender que la propia Askatasuna lleve su hipocresía a extremos inexplicables. Repiten entre bambalinas que el tema de los presos no está entre sus prioridades. Pero a las bases¿ hay que contentarlas. Cada vez está más claro que la «agenda» se puede cerrar tranquilamente. Jesús Eguiguren «machacó» el mal llamado «proceso de paz» y al presidente Rodríguez le engañaron desde todas perspectivas: los suyos y los contrarios. Hoy nuestro presidente es el prototipo de la ignorancia y la desidia para los diferentes Ejecutivos de la UE, así como el peligro más inmediato en la gestión, planificación y asunción de la inmigración. ¿Qué va a explicar el PSOE sobre los presuntos contactos que llevó a cabo hace cuatro años con ETA? Hay que volver a la Ley de Partidos para que el entorno etarra no marque pautas a nadie. El ejecutivo de Rodríguez Zapatero debe «abrazar» el Estado de Derecho, buscar la unidad y la concordia con la oposición. Ya está bien de desprestigiadas aventuras y de «carantoñas» con la serpiente abertzale. Sería muy duro para la sociedad española que existiera una maniobra conjunta entre la banda y el PSOE. Ni siquiera buena parte de sus bases lo aceptaría. No se puede caer en los desatinos de los clanes y las mafias, porque el barco de la democracia acabaría encallado. Hay que saber utilizar los instrumentos del Estado de Derecho. En este momento hay dos facciones de ETA. Los violentos hace tiempo que están divididos. Alguien deberá asesorar al presidente Rodríguez para que no añada un problema más a su larga lista. Problemas, por otra parte, que se pegan como lapas a su fama de gafe para el Estado, en la misma medida y dimensión que era considerado el ínclito Luis Yánez.