TRIBUNA
Reflexiones autonómicas para leoneses
ANTE LA última fase del «reformazo» estatutario, otro cerrojazo a los anhelos mayoritarios leoneses, que requiere una movilización ciudadana para ponerla freno, aunque sea parcialmente, propongo a mis paisanos estas reflexiones. Aun siendo obvio, o por serlo, debo empezar diciendo que los leoneses estamos donde estamos, dada la inconsecuente intervención de "nuestros" políticos. Me permito señalarlos con el dedo acusador - disculpen el gesto- pero nada más gráfico para empezar afirmando que parecen haber interpretado que nuestra calmosa dejadez, como pueblo, les daba licencia para anularnos, o dejar que otros lo hicieran. Y siguen. Aunque, siendo generosos, les concedamos el beneficio de la duda para los primeros compases autonómicos, todo debió cambiar a partir de Mayo de 1984 cuando, ante hechos consumados nefastos, rotundamente les dijimos en una gran e inolvidable manifestación pública, que nuestro deseo mayoritario era León sin Castilla. Su comportamiento, haciendo oídos sordos, les dejó marcados, y desestabilizó al pueblo. Sabido es que, hasta el momento autonómico actual, ni en los propios castellanos, ni en los leoneses, adscrito por «razones» a un ente indeseado, se ha generado el menor signo de afinidad. Entre ambas partes, sin comunión popular, sigue habiendo el mismo y secular distanciamiento. El acercamiento político-empresarial leonés, hacia el centro de poder vallisoletano, aunque lo situemos en el plano comercial o como autodefensa, lo cierto es que ha ayudado a instaurar un centralismo feroz. Si bien, ya no es difícil escuchar en ciertos sectores, cual lamento efímero, alguna frase parecida a: ¡total para lo que nos ha servido! o ¡estábamos mejor solos! En el ámbito de la enseñanza escolar leonesa, inexplicablemente plegado a los deseos del ente, no se ha querido ver, con más o menos oficialidad, que en los currículos escolares, en materias como: Conocimiento del Medio, por ejemplo, hay un dirigismo político autonomista gravemente severo para lo leonés, cuando nuestra historia es mal interpretada y confundidamente propuesta, al tiempo que se oculta en lo catellanoleonés nuestra personalidad leonesa. Los leoneses no somos castellanos. Siendo esto otra obviedad, la coyuntura autonómica nos obliga a soltarla antes de ratificar que tampoco somos castellanoleoneses. Con éste vocablo, impuesto no como ambivalencia, sino como unitarismo amorfo, que se hace insoportable desde la individualidad leonesa, los autonomistas del ente de «ambas manos», tratan de meternos en su juego «a como dé lugar», Políticos autonómicos del ente, que lo han sido o siguen siéndolo, tanto del PP como del PSOE, que, en dañarnos hasta lo inaudito a los leoneses están totalmente de acuerdo, se afanan en presentarnos como unos ciudadanos caprichosos que ahora queremos inventarnos una región. A nosotros, los leoneses, ciudadanos de una región que fue reino, vigente ésta desde 1833, y con derecho constitucional a seguir siéndolo, cuando ellos, precisamente ellos, son quienes se inventan la irreal castellanoleonesa. ¿Qué duele más, la intransigencia reformistas del PP que urge la pronta condena del pueblo leonés, sometido y anulado por Estatuto, o la estulticia del «lavado de manos» del PSOE con lo del «peso leonés en la comunidad»? Pero ya nos les vale todo, desde el plural movimiento asociativo cultural leonés se les trata de frenar, paliativamente en principio, procurando la real diferenciación leonesa, sin subterfugios, hasta la natural aceptación política de la dualidad popular A todos los políticos leoneses pregunto: ¿Dónde ha quedado nuestro derecho constitucional de elegir destino autonómico? Y a todos señalo: ¡No les hemos votado para que nos suplanten, sino para cumplir el deseo mayoritario popular! Esto es válido, tanto para el PP, como para el PSOE leoneses y en desigual medida para UPL. Unión del Pueblo Leonés, ha perdido años preciosos para haber hecho pedagogía ejemplar del sentimiento leonesista; embebidos en pactos políticos y descuidando ésa su propia o consustancial responsabilidad han quemado demasiadas etapas. Rectificar es de sabios, ¿pero cuándo y cómo? Primero han de reconocer sus errores. Los ciudadanos leoneses vamos a ser convocados el próximo día 21 de Noviembre a una manifestación popular por las calles de la capital leonesa, para decir por enésima vez a «nuestros» políticos que está jugando con nuestros deseos mayoritarios autonómicos. Partiendo de un principio que resulta tan difícil de asumir por los políticos foráneos, y a los «nuestros» saber defender: ¡queremos seguir siendo leoneses!, solos o acompañados, pero eso sí, por decisión refrendada popularmente, ningún leonés debe sentirse ajeno al citado llamamiento. No debemos «delegar» nuestro compromiso con lo leonés en los más activos, son pocos. Retomando el espíritu de Mayo/84, todos debemos salir a exigirles a los políticos un cambio de rumbo en el proceder autonómico.