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Publicado por
MARGARITA TORRES
León

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«LA VENGANZA de Dios permitió que atacase los confines cristianos¿Lleno de audacia, profanó hasta lo más sagrado, dominó todo el reino e hizo que le rindiera tributo ». Con estas durísimas palabras describe el cronista medieval leonés, obispo Sampiro, los hechos protagonizados por Almanzor a su paso por nuestras tierras. Una historia que la víspera de San Froilán fue recreada en uno de sus momentos más singulares y heroicos: la defensa de la ciudad capital, León, por el conde Guillén. Gracias a esta representación escénica, por primera vez muchos niños, jóvenes y adultos de esta ciudad y los turistas que nos visitan han conocido a algunos de los protagonistas de nuestro pasado con nombres propios, han hecho suyas sus cuitas y han revivido la pasión que nuestros antepasados sentían cuando nuestros campeones se enfrentaban a los de Al-Andalus. Combate singular que permite pasar una página con mil años de peso y hermanarnos de nuevo con Córdoba, nuestro alter ego peninsular. A partir del día 4, con el regusto de lo presenciado, recordarán al hombre más poderoso del siglo X andalusí, Muhammad ibn Abu Amir Al-Mansur bi-llah, «el victorioso por Allah», al caballero que le plantó cara defendiendo el honor de un reino, Guillermo González, «el conde Guillén» de nuestra tradición; la dura historia personal de una gran dama, la reina Velasquita Ramírez, esposa de Vermudo II, a la que este cobarde monarca prefirió abandonar a su suerte en la capital mientras él buscaba refugio seguro lejos, en Astorga; será suya la triste historia de la muchacha destinada entonces a portar una corona, la infanta Cristina Vermúdez, por cuya vida entregaron las suyas muchos leoneses valientes. Sí, es cierto que la realidad terminó con la conquista de la urbe, aunque no con su destrucción, pues a pesar de que se batieron los muros con la maquinaria de asedio más ef ectiva de aquel tiempo, el fuego se concentró en las puertas, especialmente en Puerta Obispo y en la Puerta Cauriense, junto a la actual Diputación. Verdad también que el conde Guillermo perdió la vida, malherido en una de las refriegas, que algunos cristianos pactaron con los musulmanes, que asolaron los andalusíes los monasterios de San Claudio y antes los de Eslonza o Sahagún, que cientos de cautivas, incluso monjas, partieron hacia Córdoba y Toledo para convertirse en esclavas o concubinas. Igualmente verídico que, en 1008, los leoneses tomamos cumplida revancha y saqueamos Medina Al-Zahra, Medina al-Zahira -la ciudadela palatina de Almanzor- y aún la propia Córdoba. Esa es la historia. Pero incluso en ella tiene un hueco la leyenda. Hoy, más de mil años después, recordamos uno de esos momentos que nos convirtieron en grandes. Queda mucho por hacer, pero los leoneses no necesitamos que vengan a enseñarnos otros lo que fuimos. Si alguien tiene magisterio, somos nosotros. Bien por una iniciativa que, de seguir por este camino, está llamada a atraer visitantes e impulsar un poco más nuestra debilitada economía. Insh ¿Allah , si Dios quiere, que diría en su lengua Almanzor. Ojalá, si las instituciones apoyan.