DESDE LA CORTE
Las intenciones de Garzón
LO MALO de este país es que la gente sigue pensando que los gobiernos lo hacen todo: crean empleo, suben los precios, deciden las costumbres sociales y meten y sacan de la cárcel a quien les apetece. Basándose en tan singular creencia, el más destacado portavoz de Batasuna que ayer quedaba suelto, el señor Pernando Barrena, calificó la detención de sus compañeros como una venganza. Es decir que Zapatero utiliza a Baltasar Garzón para una vendetta, por lo mal que han salido las conversaciones de paz. Y Joseba Azkárraga, que además es consejero de Justicia del equipo Ibarretxe, calificó la detención como hipocresía. ¿Saben por qué pasa esto? Por andarse con chalaneos con terroristas. Durante meses, los mismos que hoy están detenidos gozaron de plena libertad para decir, hacer y deshacer lo que les vino en gana. Eran tan dirigentes de Batasuna como ahora. Estaban tan metidos en ilegalidades como ahora. Pero los jueces entendieron que no debían obstaculizar la acción política de pacificación, y se cruzaron las manos. Baltasar Garzón, que tiene el mérito de haber desenmarañado todo el entramado de ETA, se quejó en un auto de que se estuviera criminalizando a la llamada izquierda abertzale, y ahora es el primero en volverlos a criminalizar. Añadan ustedes el nada despreciable dato del momento político que vivimos: vísperas de la visita del lendakari a la Moncloa a venderle no sé qué peine a Zapatero; ofensiva de ETA, que fabrica y pone bombas; maniobras electoralistas por todas partes. ¿Qué es lo más tentador para pensar? Que, en efecto, se quiere enviar un mensaje de dureza a Ibarretxe; que se aparenta dureza con ETA para que nadie acuse a Zapatero de falta de autoridad, como viene haciendo la derecha; que se actúa forzado por las mismas necesidades de votos que han llevado a los ministros a envolverse en la bandera de España; o que el juez quiso complacer al jefe de gobierno después de escucharle tantas veces que se aplicará escrupulosamente la ley¿ Todo eso está muy bien, pero con un fallo argumental: Garzón no es miembro del gobierno, ni obedece a ningún ministro. Si se llegara a demostrar que un juez actúa bajo mandato del Ejecutivo, estaríamos ante algo muy parecido a la prevaricación. Como este cronista está convencido de que Garzón no ha prevaricado en su vida, ni entra en sus cálculos hacerlo, podemos ensayar otras conclusiones: hace falta una tarea educativa para que la gente aprenda a distinguir decisiones judiciales y políticas. Y es precisa una llamada al orden para que los políticos de oposición no identifiquen ambas, pecado en que caen los nacionalistas vascos, pero también los nacionalistas de España, los de la bandera y el himno nacional.