AL TRASLUZ
Políticos y tenores
ESTÁ demostrado, quien deja la política vuelve a cantar en la ducha. Amilivia no debe de estar entonando no precisamente viejos blues. Me alegro. Recibí la noticia de su retirada de la actividad política mientras terminaba un artículo sobre Kapuscinski, quien decía que los políticos también fueron un día niños, seres distintos a esos extraños seres en los que se acaban convirtiendo, y que la única forma de recuperar la normalidad es regresar al mundo real, donde los amigos se llaman, paseas con los tuyos, la gente va al cine, y no todo gira alrededor de cómo conseguir el poder o de cómo conservarlo. Se dice que es un hombre demasiado tímido, algo que en más de una década de trato profesional nunca he percibido, pues fui tratado con cariño y simpatía; su distancia es una forma de respeto hacia ti, no de jerarquía. ¿Por qué un político ha de tocar a todas horas las castañuelas? La seriedad es una virtud. Ni él ni nadie logra dar en declaraciones periodísticas todos los registros de una personalidad, quizá porque la lucha política, independientemente del partido, está muy lastrada por falsas discrepancias, por lo maniqueo; es un ámbito de pocos matices y mucho relativismo. Amilivia tiene gran capacidad para hilvanar argumentaciones complejas, rigurosas y a la vez humanas, un don para captar el meollo de los asuntos. Fue un buen alcalde, y en lo que puedo certificar hombre bueno. Abandona una larga etapa, supongo que con heridas, pero aún con muchos más gratos recuerdos. El corazón es la verdadera memoria, hace la gran criba. Nadie escoge todos los hechos de su vida, pero sí su interpretación, cómo te posicionas ante ellos. Qué las musas del canto le sean generosas, ahora que vuelve a cantar en la ducha. Hace mucho que no hablamos. Buena suerte.