Doble vara de medir
La contaminación en los puestos de trabajo La progresiva contaminación del medio ambiente, causada por la actividad humana es un fenómeno cuyo manifiesto incremento ha motivado una preocupación generalizada. Es raro el día que no se difunden noticias sobre las múltiples aberraciones que siguen cometiendo los hombres en orden a destruir su medio natural: la desforestación, la desertización, el efecto invernadero, los agujeros de ozono, la acumulación de basuras en este gran vertedero incontrolado en el que habitamos, la lluvia ácida, etc., etc. Sin embargo, se habla menos de los problemas de contaminación en los puestos de trabajo, a pesar de ser la más antigua agresión ambiental a la salud humana y de estar propagándose a un ritmo sin precedente a capas cada vez más amplias de trabajadores, de forma que cada vez son más los trabajadores de «cuello blanco» que se ven afectados. La enorme capacidad de la industria para poner en el mercado nuevas sustancias sin que se haya llevado a cabo, con carácter previo, estudios sobre su toxicidad, ha conducido a la situación actual, en la que nos vemos rodeado por miles de sustancias de las que no sabemos nada o casi nada acerca de los efectos que pueden producir su contacto dérmico, inhalación o ingestión en aquellas personas supervivientes de este acelerado proceso de degradación ambiental. Y no cabe duda que quienes tienen un contacto más intenso y prolongado con esas sustancias de «efectos desconocidos» son los trabajadores que las fabrican, envasan o aplican y, por tanto, los que están expuestos a mayores riesgos. Hay que destacar igualmente, la rápida extensión de la contaminación del medio ambiente de trabajo desde las ocupaciones de tipo industrial a las de sector terciario. En la era del ordenador, todas las oficinas han sido invadidas por la contaminación. Hasta los hospitales, lugares que supuestamente fueron construidos para curar, han sido saturados de riesgos profesionales: los equipos de radiodiagnóstico con peligrosas radiaciones, especialmente, los rayos X, los radioisótopos empleados en el tratamiento de cáncer, la manipulación de ciertos medicamentos extremadamente tóxicos y de uso exclusivamente hospitalario, los gases anestésicos relacionados con el aborto blanco, el óxido de etileno, etc. Un reciente ejemplo de la extensión de los riesgos ambientales a sectores profesionales supuestamente exentos de aquellos, lo constituye el llamado síndrome del edificio enfermo que fue descrito por primera vez a finales de la década de los 80 y que se presenta en edificios cuya ventilación se realiza únicamente a través de un sistema centralizado de acondicionamiento de aire, con escasa renovación del aire con el fin de minimizar el consumo energético. En la actualidad se puede afirmar que la patología profesional se ha universalizado si bien sus manifestaciones son más sutiles, dificultándose así la identificación del origen laboral de sus causas. Francisco Arias Solís El precio del trigo y la especulación Con motivo de las subida de los precios de algunas materias primas para la preparación de alimentos se ha creado una sensación aumentos en los precios generalizados y desproporcionados de estos, así algunos han dicho que la barra de pan subirá hasta un euro. En este sentido, me parece conveniente recordar que el precio del cereal sólo representa el 10 por ciento del coste de producción del pan, es decir, unos seis céntimos de los sesenta que habitualmente cuesta una barra. Si el precio del cereal se ha doblado, si hasta ahora la materia prima (trigo) representaba un coste de 6 céntimos por barra de pan, a partir de ahora será de 12, si el resto de inputs no han aumentado, el precio para el consumidor sería de 66 céntimos. ¿No le parece, señor director, que todo lo que supere esta cantidad será especulación? Seguro que del agricultor al consumidor hay margen para disimular la subida y que no se genere alarma social. De lo contrario pasará como casi siempre: el agricultor es el malo y el consumidor el pagano. Domingo Martínez Madrid (Burgos) José Luis González (León).