Trile

ESTE AÑO por San Froilán se han visto pocos trileros. Lo más probable es que se quedaran todos en Madrid, habida cuenta de las noticias del fin de semana en los periódicos: el juez Garzón ha mandado enchironar a la cúpula completa de Batasuna cuando estaba reunida a oscuras, con los móviles apagados y se había desplazado silenciosamente a un caserío de Giputxi, cada uno en el coche de su cuñada a fin de pasar desapercibidos a la Guardia Civil por lo de las matrículas. Hasta el otro jueves, como quien dice, se manifestaban paseándose locamente en favor de ETA a cara descubierta y sin que el Gobierno ni ningún juez cayera en la cuenta de que eran unos cabritos. Así que, una de tres, o Garzón alumbró él sólo una idea debajo de las mechas del cuero cabelludo, a Zapatero se le encendieron las luces por encima de las cejas, o es mérito de Torrente, el brazo tonto de la ley. Como en las películas del cachondo madero la lucha antiterrorista va ya por la tercera o cuarta reposición con gran éxito de crítica y público. Otegui, De Juana y demás compaña han acabado en la trena -ahí están bien- pero esta enésima saga de la serie hace difícil adivinar quién es el bueno y cuál el malo después de tanto proceso de paz y demás pamplinas. «¿Tú te aclaras?», me preguntó el sábado sabadete mi mujer con recochineo, sabiéndome tan salido por la política como Alfredo Landa, Toni Leblanc y Jose Luis López Blanco por lo otro que se nos supone más abajo a todos los españoles. «Yo sí», le dije displicente: «todos a la cárcel». Los ladrones somos gente honrada. Otra cosa son los que matan, extorsionan a todo bicho viviente, cual topillos, con la coartada de una patria-madriguera de chicha y nabo y se permiten, incluso, el lujo de echarte de casa, so pretexto de que ellos la vieron antes en no sé qué historias de Chindasvinto. Huele a elecciones y morcilla como el otro día en San Froilán, aunque a mí lo que más me jode, con perdón, es que me confundan con un santo. Y que, encima, me toque Zapatero las narices.