Diario de León
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Carta a nuestro amigo Roberto Paíno García No era nuestra intención despedirnos momentáneamente de ti por este medio, pero ya que por la impresión recibida Ángel no pudo hacerlo y Aurelio, Pistolín como tú le decías, por encontrarse lejos de León en el momento de tu adiós, lo hacemos con el mayor pesar de nuestro corazón. Hay amigos que son únicos. Para nosotros siempre lo fue Roberto Paíno. Nos conocimos allá en nuestra pubertad en el Colegio de los Maristas. Nos unió, como no podía ser de otra manera, el deporte. Juntos iniciamos con la alegría de nuestros años la larga marcha del Club Balonmano Ademar, club en el que transcurrió toda su vida deportiva, primero como jugador (recio, siempre con moral, de tiro duro, peón de un equipo donde nunca desfallecías), no sabemos cuántas temporadas, y después como directivo en la época más dura del club siempre optimista y volcado en su cometido, donde contra todas las corrientes y cuando había gente empeñada en su desaparición luchamos codo con codo para dejarlo donde actualmente está. Sabemos que no te extrañará que no hayas tenido algún reconocimiento por tu actividad, pero ya sabes que los humanos muchas veces no queremos ver, sobre todo cuando nos creemos que nos puedan hacer alguna sombra en nuestros oropeles. Eso sabemos que, aunque no te importaba, era una espinita que llevabas. Ahora da igual, lo que nos importa es que se nos ha ido un compañero de verdad, leal donde los haya, buena persona hasta la saciedad; qué buena bolsa te llevas en el macuto de buenos amigos y buenos hechos. Por la razón que Dios, nuestro Dios, sabe, quizá le hagas falta para arreglar algo allí, donde estarás a su lado, y la buena gente como tú no puede faltar en los grandes acontecimientos. No has podido disfrutar de la reciente boda de tu hija, ni de la posible llegada de algún nieto que seguro te haría mucha ilusión, pero ya sabes que la vida es ingrata y ahora cuando tenías a tu familia, que era lo primero para ti, feliz y contenta, pues vas tú y no sabemos por qué designio te marchas. Pero no te has ido porque siempre estarás en nuestros corazones, y dicen que uno no se va del todo mientras se acuerden de él. Seguro que donde te encuentres habrás visto a otros buenos amigos de fatigas, Federico, Cibera, Mendoza, etcétera, por decir los que primero se nos vienen a cabeza, pues por desgracia se nos han ido más, pero allí esperamos que nos veamos para tomar algún porrón de vermut con gaseosa (no sabemos si allí hay de eso) como entonces, ¿te acuerdas? Y juntos comentaréis, luego comentaremos, cómo marcha nuestro equipo o, como decías tú, lo nuestro. Te has ido en silencio, con amor, pero haciéndonos a todos la faena de no poder gozar de tu presencia. Pero una cosa has de tener en cuenta: que tu recuerdo estará en lo más profundo de nuestro corazón porque a nosotros nos es imposible poder llegar a olvidarte como extraordinario amigo que eras. No nos salen más letras, querido amigo. La pena por tu marcha nos desborda. Nos unimos a los tuyos en este momento difícil, pero te digo lo que siempre nos decíamos al despedirnos: hasta pronto. Nosotros añadimos: Hasta que Dios, nuestro Dios, quiera. Un abrazo de tus amigos. Ángel González y Aurelio Ordás (León). Anna Ripoll (En el debate de diariodeleon.es).

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