HISTORIAS DEL REINO
El precio del café
HACE ALGUNOS meses, en un programa de televisión, un espectador preguntó al presidente Rodríguez Zapatero cuánto costaba -y cuesta- un café. De su respuesta, todos supimos que al presi le pagan los colegas la ronda demasiado a menudo o que el café no es su bebida favorita. Anécdotas aparte, lo cierto es que los curritos no ganamos para sobresaltos financieros, porque los precios en León, según el IPC, subieron un 0,7%, osea: más del doble que la media nacional. Si dedicásemos algunos minutos a la reflexión, anclaríamos el principio de nuestros males allá por el año en que la rubia, la peseta, cedió paso al euro. Por entonces los becarios ganaban poco más o menos lo que ahora y muchos jóvenes que comenzaban a trabajar superaban la simbólica barrera de las cien mil y aún de las ciento cincuenta mil al mes. Las viviendas, en aquellos idílicos tiempos, costaban menos de la mitad que ahora, proporción extrapolable a los cafés, el pan, la leche, las naranjas, las patatas y tantos ejemplos más que agotaríamos el presente espacio en desglosarlos. Y es que el maldito redondeo, que en España se cerró en la variante del listín golfante, nos dejó tocados. Porque mientras en Alemania, un país que nos supera en riqueza y que ha estado regalándonos dinero en forma de fondos europeos, se simplificó el trámite en dos marcos, un euro, lo que evitó las subidas de tono monetarias, aquí, por aquello del todo vale, se cerró la equivalencia no en esas incómodas 166 y pico pelillas por euro, sino en las más rumbosas y castizas del un euro-veinte duros. Que antes un corto te costaba veinte duros, pues ahora un euro, total¿ Total que se nos inflaron los precios un 66% de media con el dito redondeo, porque no es lo mismo 100 que 166 (y pico). Entretanto, los salarios también se acomodaron a la moda, pero redondeando a la baja porque aquí no sirvió lo de cien mil pelillas=mil euros, que hubiera beneficiado al obrero. Qué va, si hay que redondear, se redondea, pero con exactitud, que con las finanzas del patrón y del estado no se juega. Y este es el panorama: mileuristas con dos masters, becario de a seiscientos, jóvenes investigadores de esos por los que se pegan en el extranjero y aquí cotizan a cuarto y mitad de euro, familias cada vez más proletarizadas en su calidad de vida. Y por si no bastase, de rondona se colocó en nuestras vidas la burbuja inmobiliaria y los pisos a precio de Zarzuela con monarca incluido. Antaño, las deudas condenaban a pagar con trabajo esclavo a los que se empeñaban, ahora trabajamos como esclavos para desempeñarnos también. Y si no, fíjense en la jornada tipo de un españolito de ciudad. Entre desplazamiento, curro, vuelta a casa y pausa para comer, unas diez-doce horas reales al día. Al caer la noche llega la recompensa: cansancio, malhumor, programas basura al alcance de la mano, stress, y, cuando el mes concluye, la hipoteca¿ ¿Se han fijado Vds. la cantidad de anuncios de empresas que te ofrecen créditos ganga con rapidez? ¿Las recordaban cuando Juan Carlos nos miraba de perfil aupado a la peseta? Los tiempos, como apunta el refrán, avanzan que es una barbaridad. Lo que todavía no tenemos claro es en qué dirección.