Diario de León
León

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TAL como anunció, Rodríguez Zapatero ha rechazado la intención de Ibarretxe de convocar una consulta sobre la independencia. «No se hará, queda claro como el agua»,dijo después el presidente del Gobierno. Algunos querían que le hubiera despachado además con una patada en los mismísimos, pero eso no es alta política. Ciertas voces consideran que debió ser más rotundo, romper toda conversación. Cada cual tiene su temperamento, pero ningún gobernante debe recurrir al ya no te ajunto, precisamente porque su obligación es ajuntarse, incluso cuando el cuerpo le pida lo contrario, esa es la esencia de la convivencia en democracia; también los periodistas hablan a diario con personas a las que, fuera de lo profesional, no pedirían ni la hora. Ibarretxe se ha quejado de que el presidente negociara con ETA pero no con él, rastrera forma de interpretar los hechos. Ante la altivez del lendakari un gobierno no puede responder con otra mayor, sino con la seguridad y gesto contenido de quien tiene la ley de su parte y actuará en consecuencia llegado el caso. Lo que me tranquiliza como ciudadano no es que Zapatero se hubiera negado a recibirlo, sino que lo haya hecho para darle un no rotundo, con amable sonrisa de hielo. A quienes no tenemos responsabilidad institucional de fomentar concordia, el cuerpo nos habría pedido otra cosa, pero otros tienen la obligación de mantener el tipo por nosotros. Todo buen gobernante recibe a personas a la que por gusto no recibiría, va en el cargo, y debe hacerlo con buenas maneras; no por debilidad, sino por señorío. Lo criticable no es la diplomacia y su sutil teatro de gestos, sino la actitud irresponsable y egocéntrica de este faraón del independentismo vasco. Claro como el agua, sí pero ¡que no nos la enturbien!

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