Diario de León
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FEDERICO ABASCAL
León

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PARA cumplir un programa electoral, todo político se ve obligado a sortear escollos y a avanzar en un constante zigzagueo. El último tramo del «Estatut» de Cataluña reflejó cómo la estrategia inicial de ZP adoptaba una línea serpenteante que produjo efectos colaterales muy negativos en, por ejemplo, Maragall, presidente de la Generalitat a la sazón, y hoy ayuno de asideros hasta en su propio partido. Y el discurrir del proyecto de ley de la antes llamada Memoria Histórica hasta su ingreso en comisión parlamentaria, donde recibirá nuevo bautismo, muestra la flexibilidad del jefe del Gobierno para no ver truncado una de sus ofertas programáticas. Frente a esas actitudes cambiantes de Zapatero, el PP venía mostrando una admirable rigidez en la defensa de su estrategia electoral, si reconocemos que la campaña electoral de los «populares» se inició al día siguiente de perder las últimas elecciones. Por eso sorprendía que Rajoy loase la postura de ZP frente al muestrario soberanista de Ibarretxe, y hasta que el grupo parlamentario «popular» diese su voto a varios puntos del proyecto legislativo orientado a que nuestro pasado de signo franquista y republicano pasado haga justicia reconociendo sus errores. Daba la sensación de que el PP modificaba su estrategia, apoyaba al Gobierno en su gestión del soberanismo vasco y se sumaba al esfuerzo de limpiar el pasado mediante la aceptación colectiva de que ninguno de los bandos, el de los vendedores y el de los vencidos, estaba exento de culpas. Pero anteanoche mismo reaccionaba el PP como si los sectores menos tiernos del partido se hubieran rasgado las vestiduras en los despachos de Génova 13 porque Rajoy no había vuelto a denostar a Zapatero. Y una frase del ministro de Justicia, hombre de ideología política muy clara, pero cuyo oportunismo político no debiera darse ni como supuesto, ha vuelto a poner en pie de guerra a Rajoy a toda la plana mayor de Génova, exigiendo a Zapatero que aclare pretende negociar nuevamente con ETA, como deduce el PP de la frase de Fernández Bermejo, o no. Y pide una aclaración al presidente. Todo, pues, sigue como estaba en las aguas «populares», y hasta en las socialistas, con el ministro de Justicia matizando ayer que cuando él habla de ETA y el futuro se refiere a un futuro «allá en lontananza», en el que «a lo mejor el PP tendrá que reconocer lo que dije ayer». En la lucha preelectoral de videos no podía faltar uno nuevo del PSOE, jugando con la Z de Zapatero, que bien podría ser de zigzag, y exhibiendo los logros de su gobierno. Se toma hasta a sí mismo un poco a broma el presidente, aferrado a su sonrisa y engalanado de talante. El PP, si replicase con la misma idea, debería titularla «Con R de Rajoy», por ese dale que dale, erre que erre, en espera de que ZP se rinda.

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