CON VIENTO FRESCO
Y la casa sin barrer
DESDE el pionero libro de Le Roy Ladurie Histoire du clim at depuis l¿an mil , publicado en su primera edición en 1967, conocemos que el clima está sujeto a continuas fluctuaciones. El retroceso de los glaciares alpinos, las fechas tempranas o tardías de las vendimias francesas, el estudio de los bosques y otros datos más cualitativos espigados en multitud de fuentes permitieron al mencionado autor cuestionar la supuesta estabilidad climática. Otros estudios posteriores, como los de H. Lamb han destruido definitivamente esta visión «fijista» del clima del holoceno. Hoy sabemos que desde el final de la glaciación de Würm la temperatura ha aumentado progresivamente, aunque con periodos de clima frío, como el denominado «pequeña era de hielo» entre 1300 y 1840, con un mínimo, el conocido de Maunder, aún más frío entre 1650 y 1750. Desde 1840 a 1940 nuevamente ha habido un calentamiento progresivo interrumpido entre ese año y 1980. En estos últimos tiempos parece que el calentamiento global del planeta aumenta de forma bastante rápida. El aumento es indudable y lo demuestra hechos como el avance del desierto, las sequías, la irregularidad en los monzones, el retroceso de glaciares e inlandsis y el aumento del nivel de los mares. Desconocemos el por qué de este calentamiento aunque parece estar relacionado con el aumento en la atmósfera de dióxido de carbono, metano, clorofluocarbonos y otros gases que provocan el llamado «efecto invernadero». Parece que algunos de esos gases tienen que ver con procesos antrópicos iniciados con la Revolución Industrial, pero no todos los científicos se ponen de acuerdo en el grado, pues es indudable que la tectónica de placas, el vulcanismo, las manchas solares y otras causas naturales también tienen mucha incidencia en ello. Algunos científicos, con razón y sin tremendismos, llaman a la responsabilidad en el cuidado del medio ambiente, pues el cambio climático es sin duda, a largo plazo, una amenaza para la humanidad; pero ciertos políticos se han apuntado a un catastrofismo insolente que parece darles muy buenos resultados económicos y propagandísticos. Es el caso del excandidato a la presidencia de los EE.UU., Al Gore, quien no sólo ha recibido un oscar por su documental Una verdad inconveniente , sino que este año ha sido galardonado con el premio Príncipe de Asturias y con el Nobel de la Paz, pese a que, como ha señalado el auto del juez británico Michael Burton contiene muchas y graves exageraciones e inexactitudes; hasta el punto de obligarle a distribuir por los colegios ingleses una guía con las «verdades» que omitió en el referido video. En España, la inefable ministra de Medio Ambiente, Pilar Narbona, ha decidido adquirir 30.000 copias de dicho video por la módica cantidad de 580.000 euros, es decir 19 euros por ejemplar con los que quiere castigar y traumatizar a los niños españoles. No es sólo el derroche, con serlo, el mayor inconveniente, sino que el objetivo del video, más que concienciar a los niños sobre el problema, logrará traumatizarlos y, lo que es peor cuando comprueben por si mismos las falsedades del video, desinteresarlos de los problemas medioambientales. En lugar de tanto catastrofismo, lo que deberían hacer las administraciones es solucionar los problemas cercanos, los que realmente pueden hacer, por ejemplo poner en marcha de una vez las depuradoras de vertidos urbanos a los ríos y no pasarse la pelota unas a otras. No se puede entender, si es cierto lo que dice la Confederación Hidrográfica del Norte, que si las depuradoras, por ejemplo el Edar de Villadepalos que depurará las aguas de buena parte del Bierzo, están construidas y entregadas por qué no se ponen en marcha. Unas y otras se echan en cara la falta de permisos, irregularidades y otras zarandajas. En definitiva lo que no quieren es poner el dinero para su funcionamiento, pero sí gastarlo en tonterías y propagandas. Unos por otros y la casa sin barrer.