EN BLANCO
Luis Pastrana
EL TIEMPO, ese bastardo implacable, pasa tan rápido que nos va haciendo calderilla sin que apenas te percates de ello. Ojeando el otro día este lujoso y centenario paquete informativo que tienen entre las manos, comprobé en la mustia sección necrológica que ya han pasado cuatro años desde la sentida muerte de Luis Pastrana, cronista oficial de la ciudad de León y buen amigo, por más señas. Fúnebres caprichos del calendario que me llevan a glosar la memoria de aquel hombre de fachada risueña y bienhumorada, cuya principal ocupación era la de entender las cosas a la primera. Paladín de causas tan justas como reivindicar lo nuestro, lo leonés en estado puro, Luis presentó sus credenciales saltando al toro bravo de la arena pública gracias a sus colaboraciones en la práctica totalidad de los medios de comunicación vigentes en la glorificada Transición. Sobrado igualmente de munición verbal, fue director de Antena 3 y responsable del área de turismo de la editorial Everest. Sin pretender sentar plaza de sabio, su campo de investigación más querido se centró en la Semana Santa, escribiendo libros e infinidad de artículos, muchos de ellos en este mismo periódico, sobre muy diferentes aspectos de la pujante Pasión leonesa. Luis Pastrana, en fin, se fabricó su propia versión del universo leonés, siendo reconocido en el año 2001 con el merecido galardón de cronista oficial de la ciudad, sucediendo en el cargo a personajes tan ilustres como Cayón Waldaliso o Suárez Ema. En la vida, como en la política, la memoria suele ser demasiado corta, así que cierro estas líneas compartiendo el luto -única forma que toma el alivio- con Carmen, su viuda, y con los hijos de quien fuera gran sembrador de ideas y conocimientos.