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Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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LOS ESPEJOS se han caracterizado siempre por su desmemoria. ¿Qué les pasaría si no tuvieran un alzhéimer inmediato?, ¿Qué clase de barulllo tendrían si acumularan todas las imágenes que han recibido en su quieta existencia de azogue? La vida española se parece muy poco a la de antes, pero se dice que romper los espejos trae mala suerte y ahora estamos llenos de cristalitos rotos. El pasado consta de muchos días y el intento de cambiarlo todo de uno para otro, aunque para luego sea tarde, conmociona muchas cosas. «Ser conservador es una forma de ser escéptico», dijo Borges, y hay mucha gente que no se fía de que sea mejor lo que se anuncia que lo que estaba. La turbulencia en el Tribunal Constitucional está mareando, allá en su tumba, a Montesquieu. ¿Se están buscando jueces afines? Sería una contradicción de términos que desmentiría la presunta imparcialidad de la Justicia. Todos sabemos que existe la magistratura de pie y la magistratura sentada, pero para acabar de arreglarlo debemos habituarnos a la magistratura boca abajo. En uno de sus Aphorismes , Fagus, reproduce un diálogo entre dos personajes, tan ilusorios como verdaderos. Uno de los interlocutores le pregunta al otro: -Temes la Justicia, ¿te asusta, pues, tu conciencia? -La mía, no, la de mis jueces -responde el otro. El hecho de que el Ejecutivo recuse a los magistrados que no prometan lealtad inquebrantable al nuevo régimen puede cabrear hasta a Justiniano. Llegará un momento en el que la señora de los dos platillos y los ojos vendados cambie su túnica por una bandera. No le faltarán modistos para ataviarla. Nunca ha estado desnuda. Ni siquiera su espada, que en muchas ocasiones ni pincha ni corta, pero siempre ha estado a disposición del dueño de la panoplia, que es el que la alquila.