Diario de León
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PABLO MOSQUERA
León

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A EGUIBAR le molestaba que desde la tribuna del Parlamento le recordara: la dictadura había invertido el ahorro de los españoles pobres en la industria vasca. Tras las pesetas gallegas, castellanas, andaluzas y extremeñas, llegaron los paisanos con las maletas de madera a pesar de lo que les había dedicado un tal Sabino Arana en sus obras. Los vascos contribuyeron como pocos a la extraordinaria aventura de la Hispanidad. Claro que a su jefe Arzalluz, mi conducta rebelde y deslenguada le sacaba de quicio y me señalaba despectivamente como «¡ese gallego de Lugo!». Estuve diez años compartiendo mesa con Ardanza. Por eso no me ha sorprendido que se haya pronunciado sobre la necesidad de alcanzar acuerdos políticos transversales antes de ir a Madrid a imponer modelos de país, y todo ello en ausencia de ETA. Está claro que el PNV tiene importantes «michelines» que señala Arzalluz cuando algo suena diferente a lo que dictamina la curia que guarda el santo grial de la construcción del país de los vascos nacionalistas (Euskal Herría-Nación-Estado). En el otro extremo, ETA tuvo asamblea en la que se han impuesto definitivamente las tesis duras de la ofensiva para convulsionar a las gentes. En medio de este nuevo capítulo del interminable conflicto, fui a Bilbao a celebrar los diez años de la inauguración del Guggenheim, en cuya cena presidida por sus majestades tuve el honor de estar. Fui a Guipúzcoa a recorrer la hermosa finca de Zabalaga en la que está instalado Chillida Leku, un paseo por la obra del genial escultor. Después a Ondarreta para recrearme en la celebración de los treinta años del Peine del Viento. Los periódicos hablaban de la reunión Zapatero-Ibarreche, la terquedad del lendakari y la preocupación de los empresarios vascos ante el periodo de incertidumbre que se anuncia. Nada que ver, con las gentes que tomaban el sol delante de la Universidad de Deusto. O la felicidad de quienes disfrutaban del aire de mar al lado del Kursaal. Euskadi es una tierra maravillosa con algunos paranoicos capaces de hacer de su delirio un problema nacional.

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