DESDE LA CORTE
El carrusel de las cuentas
COMO son los últimos Presupuestos del Estado antes de las elecciones, la feria de su debate de totalidad estuvo más animada que nunca. Se pronunciaron discursos muy emotivos y de vocación trascendente. Don Mariano Rajoy hizo una intervención muy bien elaborada, como acostumbra en estas ocasiones solemnes. Hubo una rígida disciplina de voto, sólo rota por los dedos de un par de señorías tan despistadas -no quiero decir torpes--, que no aciertan ni con el botón. Los tránsfugas alcanzaron alta cotización. Hubo la dosis de suspense que corresponde a las mayorías raspadas. Y todo terminó bien para el gobierno, como corresponde a lo políticamente correcto. ¿Han percibido ustedes la cantidad de cinismo que se consume en estas ocasiones «históricas»? Mucho más que en una sesión de investidura. Por ejemplo, en la acusación de que las cuentas públicas son «electoralistas». Seamos sinceros: ¿alguien se imagina que un gobierno haga unos presupuestos para un año electoral sin pensar en las urnas y en sus propios votantes? Eso, naturalmente, es pensar en su propio beneficio; pero lo contrario sería el suicidio de pensar en su perjuicio. Si el gobierno es socialista o, por lo menos, lleva las siglas del PSOE, ¿se imagina alguien unas cuentas pensadas para satisfacer al ciudadano que tiene decidido votar al Partido Popular? Mucho me temo que estas acusaciones valen para cualquier orador. Temo que la más electoralista es toda la oposición, que también ocupa posiciones ante el frente de marzo. Y ése fue el otro atractivo del circo. Los mismos números han servido a la derecha para criticar el «dispendio en gasto social», y a la izquierda para reprochar el «insuficiente gasto social». Dicho de otra forma: Izquierda Unida lamenta por los pasillos lo poco rojo que es Zapatero, aunque dentro de unos meses lo tenga que volver a apoyar. Y el Partido Popular utiliza el atractivo concepto de la chequera para pregonar que con tanto gasto en los pobres no habrá forma de bajar los impuestos a los ricos. De tan delicada manera, la prensa que preconiza un rápido batacazo de Zapatero ha descubierto «menos apoyos al gobierno que nunca». Están todos en sus olivos. Y después de todo, ¿es para ponerse así? Los Presupuestos del Estado son la limosna del gasto público. Después de descontar lo comprometido con la Seguridad Social, con las autonomías, con la administración local o con el pago de la deuda pública, ¿saben lo que le queda al señor Solbes para disponer y ejecutar su política económica? En torno a un 20 por ciento de todo el gasto público. Por ese porcentaje se pelean y a veces embisten las cabezas más ilustres del país. Pero están felices en su pelea: salen mucho en la televisión.