Diario de León

CRÓNICAS BERCIANAS

Mi perro el consejero

Publicado por
MANUEL FÉLIX
León

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TENGO EN casa un perro que cuando lo despido para irme a trabajar se cabrea y me ladra con un pataleo del demonio. Y cuando llego del trabajo me agasaja con el mejor de los recibimientos. Y no falla. Siempre igual, fiel a sus creencias. Cuando me riñe a ladridos les juro que me exclama lo siguiente: «¡Mira que eres tonto, no vayas a trabajar!; ¡Total, sólo haces que pagar facturas!; ¡Con lo bien que podemos disfrutar de estas tardes soleadas del otoño!». Y la verdad es que no le falta razón a mi fiel cuadrúpedo. Hace unos días, la Fundación de las Cajas de Ahorro nos daba a conocer que los que vivimos en la provincia somos menos ahorradores y sólo nos guardamos (me imagino que en el banco) un 13% de la renta, frente al 24% de la media nacional. «¿Tanto?», pensé al leer el titular que ofrecía este diario. Va a tener razón mi otro perro, el que no me ladra cuando marcho también a trabajar y se queda panza arriba durmiendo en su sofá. «Haz lo que quieras, pero no tienes ni pajolera idea de lo que es vivir», me dice con una simple ráfaga de su mirada, y sin pronunciar ni tan siquiera un «guau». Con lo que dicen las cajas de ahorros se podría concluir que se exterminó el leonés conservador en la inversión y tuño en el gasto. Se acabó el berciano ahorrador, que agarraba las pesetas como si fueran su tabla de salvación en un mar de incertidumbres. Y de esta forma, alegría para el cuerpo. La alegría de pagar cien euros más al mes por la hipoteca, la leche al precio de la gasolina y el pan al del percebe. Cada uno sabe perfectamente lo que pasa en su casa con el dinero, ¡si es que llega a entrar!. Y sin embargo, sales un día en hora punta de bares y restaurantes, y todos hasta esa bandera que desplegó ZP el día de la Hispanidad. A lo mejor me engaña la vista y son de cartón piedra, por lo de fachada por fuera y huecos por dentro. Pero, no. Donde tomo el café después de comer se quejan de que la cosa ha bajado, pero ya no les creo. Yo, pese a las estrecheces, sigo tomando ese café; y la verdad, me ha pasado como al resto de leoneses, he dejado de ser conservador porque el cuerpo me pide jota. ¡Total, para una alegría!. Aunque también me pasa por la cabeza hacerle caso a mi perro, -el que me ladra-, y romper con el sistema para pasarme las tardes al sol, sin pegar un palo al agua. Bromas aparte, en este Bierzo parece que estamos viviendo un tiempo de impás, de espera de algo que no sabemos muy bien qué será, sostenidos en una economía atmosférica que presenta dos caras: una, la de los que dicen que toda va bien; y otra, la de los que cada cual sabe perfectamente cómo le va. Una cosa está clara y es que me quito el sombrero y me rindo de admiración ante la iniciativa empresarial de los bercianos. Siempre estamos hablando de crisis, de nubarrones, y yo, en este caso, de lo que me cuesta llegar a fin de mes intentando dejar en la caja de ahorros ese 13% que dicen las estadísticas. Pero aquí, ahora, las cosas van bien. Hay trabajo y ganas de trabajar. Mi perro tendrá que seguir ladrándome cuando salga de casa cada día. Aunque, para compensar mi cabreo ante las facturas, sí le escucharé como consejero. Se han fijado, ¡asombroso!: no he escrito de política.

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