Diario de León
Publicado por
PACO SÁNCHEZ
León

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NO SÉ si son las fechas o las noticias, pero al pararme a escribir sólo se me ocurren hoy negruras y el lector no las merece, no, que necesita un agujero por el que respirar en estos tiempos tan malos para los niños, venga de palizas, secuestros, abusos, tráficos y desatenciones. ¿Cómo no va a repetir curso el cuarenta y dos por ciento si lo que querrían es repetir vida o al menos entender esta? Así que dejémoslo. Porque el que lee bastante tiene con intentar hacerse cargo de lo que pasa sin sentir a la vez el peso abrumador del mundo a sus espaldas. No sé las suyas, las mías no dan para tanto, y me viene muy bien este sábado para estarme tan quieto como pueda, tranquilo, rezando una vez más aquellos versos de Eliot: «Enséñanos a que nos importe y a que no nos importe/Enséñanos a estar sentados tranquilos». La angustia forma parte de la condición humana. No es asunto de hoy. En el fondo, toda cultura es una construcción humana contra la angustia, que alivia e incluso sana si se apoya en la realidad de las cosas, en lo que de verdad son. Si no, produce más angustia: un mal que consiste en el dolor inconcreto, pero ubicuo, lacerante e inasible, generado por la falta de sentido. Y lo peor es que sólo se cura, precisamente, con sentido, proporcionando paraqués al angustiado y que le sirvan. Pero nos fallan los proveedores o nos engañan una vez y otra. Quizá peor, nos enseñan a engañarnos y se ahorran el trabajo de insistir, nos dejan en el circuito cerrado de Sísifo, penando, sin posibilidad de redención, sometidos a los demonios antiguos, subiendo los días de labor y colegio hasta la cumbre del fin de semana de noche y botellón, soñando éxitos que no saben a nada dos días después. O que saben a angustia e insomnio. El sentido, sin embargo, da sueño en abundancia. Se duerme mejor y se sueña más. También despierto.

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