Diario de León
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Centenario de la Madre Pilarín y de Daniel Díez El 27 de octubre se clausuró el primer centenario del nacimiento de la beata María Pilar Izquierdo (1906-1945) muy conocida a mediados del siglo XX como la Madre Pilarín, para algunos una profetisa y para otros «la tontica», que sabía «amar y sufrir». Aunque era iletrada, fue iluminadora de muchas vocaciones. Desde su «buhardilla» se relacionaba con más de cinco mil personas que formaban «su rebañito». Entre esos admiradores suyos había varios agustinos. Uno de ellos, el P. Daniel Díez García, que nació en Rioseco de Tapia el año 1907, va a ser el animador y soporte de la Pía Unión de Jesús y María fundada por la Madre Pilarín hasta convertirse en congregación religiosa «Obra Misionera de Jesús y María». Tuve conocimiento de la Madre Pilarín por unos folios escritos por el P. Lope Cilleruelo, uno de los mejores agustinólogos del siglo XX y enciclopédico, al que ella llegó a llamar «mi Lope». El ideario de la Madre Pilarín lo puso en práctica para formar una nueva generación de agustinos en Zaragoza y Valladolid, según el ideal de amar y servir con estilo agustiniano: un alma sola y un solo corazón en Dios. En Valladolid, al ser asistente del P. Lope en 1949, me permitió leer lo escrito por él con el título de «Manos blancas no ofenden». Parece ser que en cierta ocasión le había dado una especie de «bofetadica» para llamarle la atención. Esto se lo recordé al mismo P. Lope cuarenta años después, cuando le entraron dudas con las Memorias del P. Portolés. Hice la recesión del libro titulado Aclaraciones a Memorias del P. Liborio Portolés , por el P. Daniel Díez en la re vista Estudio Agustiniano, a petición suya, según una carta 2 de abril de 1979, que conservo como una reliquia. Fue escrita a ruego del P. Manuel Canóniga, uno de los mayores devotos de la Madre Pilarín y conocedor de mi opinión a favor de que llegaría a los altares. Surgió una amistad y admiración para con el P. Daniel Díez García, porque viví seis años, durante mi infancia, en Espinosa de la Ribera a cuatro kilómetros de Rioseco. Allí conocí a algunos de sus familiares y conservo buenas amistades . El 23 de octubre de 1997 se fue, al reencuentro con la Madre Pilarín, el P. Daniel Díez García, al que el nuncio Cayetano Ciconagni puso al frente de la Obra, que había surgido al lado de la Virgen del Pilar, donde el día 27 se ha tenido una misa presidida por el Sr. Arzobispo Mons. Manuel Ureña, que expuso, como él sabe hacerlo, lo que significa el primer centenario del nacimiento de estos dos pilares de la Obra Misionera de Jesús y María extendida por varias naciones de Hispanoamérica, como Colombia, Ecuador y Venezuela, con fundaciones en África y Roma. Ese día se tuvo también la bendición de la Residencia de Ancianos «M. Mª Pilar Izquierdo» por Carlos Escribano Subías, vicario episcopal de la Vicaría 1ª de Zaragoza. Seguro que hay fiesta también el cielo, donde la M. Pilarín y el P. Daniel ven que se sigue cumpliendo el ideal de amar y servir a los de la tercera edad, dentro de ese proceso ascético y místico de «infancia espiritual» de dos paladines humildes y silenciosos, que procuraron cumplir la voluntad de Dios. P. Fernando Campo del Pozo (Agustino) En recuerdo de Marcelino El pasado 30 de octubre recibí la inesperada noticia de la muerte de uno de mis mejores amigos: Marcelino; hacía 20 días que le había visitado en la Residencia Virgen de la Guía, donde se encontraba con su esposa Ángeles, fallecida ese mismo día. Le encontré resignado, amable y cariñoso como lo fue siempre y con ganas de seguir recibiendo la visita de sus familiares y amigos a los que tanto quería. Nos separaba la distancia de nuestros pueblos, pero nos unía la amistad. ¡Cuántos buenos ratos pasamos juntos en nuestra profesión, comiendo y disfrutando de nuestra compañía. Tú estuviste a mi lado en la muerte de mi hijo, dándome ánimos para seguir adelante y eso nunca se olvida; fuiste el amigo personal de todos y eso quedó demostrado en el multitudinario entierro que el pasado día 30 se celebró en tu pueblo natal: San Miguel de Escalada. Al contrario de lo que sucede ahora con tantos matrimonios rotos, tú no has podido superar el estar separado de tu esposa y te has ido para siempre junto a ella. Me siento unido en el dolor a vuestros hijos y a vosotros os envío un fuerte abrazo. Marcelino y Ángeles, descansad en la paz del Señor. Arsenio Álvarez (Villalobar) Ana Sánchez (León; edición digital).

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