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Publicado por
MIGUEL A. VARELA
León

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LA DESUNIÓN es una enfermedad laboral específica del teatro. Lo dijo hace unos días el dramaturgo Jesús Campos, presidente de la Asociación de Autores de Teatro, aclarando que quizá el motivo de esa patología estaba en que el conflicto es la base de la acción teatral y lo que en principio no es más que un método para crear estructuras dramáticas se ha contagiado a todos aquellos que hacen posible una puesta en escena. Y lo dijo, también, para alegrarse de que alguna vacuna milagrosa haya surgido en los últimos tiempos de tal poder curativo que ha conseguido poner de acuerdo a la abrumadora mayoría del sector en la redacción del Plan General de Teatro. En las últimas semanas, el libro que resume el trabajo de seis años ha sido presentado al nuevo Ministro de Cultura y, como paso imprescindible en la actual organización del Estado, a las autoridades autonómicas. En los próximos días se hará una presentación pública y se está planteando crear un observatorio que lo actualice, lo evalúe y vigile su cumplimiento. Con un importante esfuerzo para el consenso, para alisar aristas y huir de enfrentamientos atávicos, el Plan es un diagnóstico que hacen los agentes del sector, planteando propuestas que renuncian a perspectivas particulares y buscan puntos de encuentro. Nunca antes en la historia del teatro español se había generado un documento de este tipo, que no es una ley (que levanta muy entendibles recelos en la mayoría) ni tampoco un libro blanco sino, como su nombre claramente indica, un plan en el que, el que quiera, encontrará no mágicas soluciones, sí razonables líneas de trabajo que han sido pactadas por todos los que intervienen en un ámbito afectado por una enfermedad laboral para la que puede haberse encontrado solución.