EL OJO PÚBLICO
Rey de bastos
COMO LOS NIÑOS muy malcriados, Hugo Chá vez cree que puede decir lo que le pete sin que nadie se atreva a cantarle las cuarenta. De hecho, durante la Cumbre Iberoamericana que ayer se clausuró se dedicó a insultar a José María Aznar de un modo tan inadmisible como gratuitamente reiterado. Chávez, que tiene una especial fijación con nuestro expresidente, pese a haber proclamado en su día, con esa huera retórica tan suya, que se había vuelto «polvo cósmico» tras su abandono del poder, tildó a Aznar de fascista, de racista y de golpista. Así, como quien no quiere la cosa. A tal punto debió llegar la situación, que los representantes del Gobierno español, tras mostrar a Hugo Chávez en privado su desagrado por el tono faltón con el que se estaba refiriendo a quien fue presidente de España porque así lo quisieron muchos millones de españoles, llegó incluso a presentar una protesta diplomática. Todo esto hubiera pasado, en cualquier caso, tan desapercibido como siempre de no haberse producido el incidente que tuvo lugar ayer por la mañana, cuando el Rey Don Juan Carlos, hay que suponer que harto ya de la bravuconería de quien se considera con todos los derechos y ninguna obligación, terció en un rifirrafe entre Zapatero -que hacía uso de la palabra para criticar los insultos contra Aznar- y Chávez, que pretendía arrebatársela para seguir con sus insidias. El presidente español intentaba calmar los ánimos del militarote cantarín -«Por supuesto», «por supuesto» le decía-, cuando el Rey, saltó de bastos, y le gritó con voz firme que todo el mundo pudo oír: «¿Por qué no te callas?». Solo le faltó al nuestro Rey decir «bocazas», pero el vídeo, que ayer tarde supongo consultamos cientos de miles de españoles, está ya ahí para la historia. Para la historia de un monarca que ha sabido estar siempre en su sitio, incluso cuando se ha salido, con buenísimas razones, del que el protocolo y las normas diplomáticas le tienen reservado. Porque, aunque es probable, que la recriminación del Rey no se corresponda exactamente con lo que se espera en público de un monarca parlamentario a principios del siglo XXI, es seguro que una inmensa mayoría del país habrá entendido sin esfuerzo que un monarca que es de todos no aguante que un Jefe de Estado extranjero le falte a ciudadano español que representó en su momento la voluntad de millones de sus compatriotas. Chávez no lo entenderá porque es de los que cree que la democracia sólo sirve para ganar, mientras se gana. Hay que esperar, sin embargo, que lo entienda así la inmensa mayoría de nuestra sociedad, que sabe que el Rey no salió ayer a defender tan sólo a José María Aznar sino al pueblo español, que lo puso en donde estuvo.