APOLOGÍA DEL BIEN
Realismo ingenuo
CON MUCHA frecuencia oímos a la gente decir: «Hay que ser realista». Nada extraño, es normal. Pero hay que tener claro a qué llamamos realismo y a quién beneficia, porque a menudo llamamos realismo a lo que no es. Esto nos pasa sí no vemos mucho más del lugar que pisamos. Cuando nuestro conocimiento no nos permite ver más allá, reducimos el mundo tanto que creemos que es como el que nosotros vemos y que no puede ser de otra manera. Lo peligroso empieza cuando el realismo que defendemos, la mayoría de las veces inconscientemente, se vuelve contra nosotros. Esto sucede cuando defendemos los intereses de otros. Por ejemplo, votar a los partidos que utilizan a los ciudadanos y envenenan la convivencia es, como mínimo, una ingenuidad. Cuanto más ingenuo es nuestro realismo, mayores son las oportunidades para la fama y el éxito de los que van de listos. Esto ocurre cuando no sabemos hacer distinciones correctas en los análisis que hacemos y no vemos que nos engañamos nosotros mismos. Hay ejemplos que son paradigmáticos, sirven de norma. Rajoy fue hace unos días a Barcelona a decir que lo primero que hará es privatizar el aeropuerto del Prat. Al mismo tiempo les prometió a los empresarios bajar los impuestos. Si no somos ingenuos, nos daremos cuenta que a una persona que no cree en lo público, no se le puede confiar el Gobierno. ¿Por qué ese interés en privatizar todo lo público?. Por otro lado, aprovechó para echar flores sólo a los empresarios e ignora a los trabajadores ¿Qué serian los empresarios sin los trabajadores? Para que el realismo tome sentido tenemos que empezar a formular la opción de otro mundo y para eso tenemos que pensar de otro modo: tratar de conocernos y conocer lo que hay más allá de nosotros. No es una utopía, es posible con educación y cultura. Sólo la educación nos ayudará a lograr el mundo que nos conviene. Ahora vivimos en un mundo que parece dirigido por idiotas, que se benefician de otros más idiotas, que somos la mayoría. A ver si se enteran y nos enteramos: en primer lugar, gobernar es convivir, cooperar, compartir opciones, cultivar la belleza que hay en el respeto y en la dignidad, construir una sociedad creativa y amable, dar buen ejemplo y mejorar la vida de todos. Los personajes indignos, no son idóneos para gobernar. A la mayoría de los ciudadanos nos interesa recuperar la política socialdemócrata. Tenemos en Europa varios países (Suecia, Noruega, Dinamarca, Alemania, Francia...) que nos han demostrado que el bienestar y el progreso de Europa se lograron aplicando la política de la socialdemocracia. Cuando los personajes de derechas han vuelto al poder, la clase media va a menos, la pobreza crece y los servicios públicos al privatizarlos se degradan.