Diario de León

EL MIRADOR

Las derivadas de la cumbre

Publicado por
FEDERICO ABASCAL
León

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AL REY NO SE LE DEBE hacer protagonista de episodios diplomáticos ni de visitas a territorios argüidos, en este caso de frontera, pero tampoco aislarlo como si fuera una efigie sin vida propia y sin responsabilidades de Estado. El «!¿por qué no te calles?» que don Juan Carlos le espetó al presidente venezolano Hugo Chávez ha fortalecido la imagen de la monarquía en la sociedad española, pues no en balde a los pueblos les agradan las actitudes gallardas de sus representantes institucionales. Y el doble viaje de los Reyes a Ceuta y Melilla, dos ciudades a las que no han sido frecuentes (ni prácticamente han sido) las visitas oficiales de nuestros jefes de Estado y de Gobierno, ha afianzado aún más la Corona en la emotividad de una mayoría de españoles, según una serie de sondeos coincidentes. Pero movilizar al Rey con frecuencia para actuar en asuntos delicados no sería una buena política de Gobierno, entre otras razones porque los gobiernos llevan implícito su proceso de deterioro mientras que la jefatura monárquica del Estado debe ser preservada en lo posible del desgaste de funcionamiento. Ha ocurrido, sin embargo, que la visita real a Ceuta y Melilla se antojaba más o menos aconsejable a la luz de la política exterior que hacia Marruecos venía realizando el ejecutivo socialista, tras un serio distanciamiento en tiempos del PP, y aunque nadie esperaba que Rabat aplaudiera la presencia de los Reyes en espacios que reivindica, el buen entendimiento hispano-marroquí hacía prever que las protestas no iban a desbordar unos cauces de poco fondo. El chispazo en la última fase de la XVII Cumbre Iberoamericana, con el requerimiento de callarse que hizo el Rey a un Chávez irritante y ofensivamente lenguaraz, es otro lance mediático, y de fuerte repercusión política, que puso en marcha don Juan Carlos acompasando su temperamento al presumible de los españoles. Y a una mayoría de españoles, según los sondeos, les ha gustado ese «¿por qué no te callas?» que nunca se oye en las relaciones entre cancillerías. Y ese efecto positivo en la sociedad, a la que los políticos ven ya con máscara de electorado, desconcierta al PP, forzado además, en apariencia, a distanciarse de la gratitud de Aznar a Zapatero, por haberlo defendido. Con amabilidades como la de Aznar hacia el gran adversario se desarma el polvorín de proyectiles que lanza y va a seguir lanzando el PP contra todo lo que se mueve en el PSOE y el Gobierno. Culpar a Zapatero, como ha hecho Rajoy, del calambrazo político-diplomático en la cumbre de Santiago de Chile, por «las amistades peligrosas» que mantiene en varios países iberoamericanos, refiriéndose obviamente a Chávez y Evo Morales, y no tanto al nicaragüense Daniel Ortega, que parece más bien un residuo de sí mismo, parece un esfuerzo suplementario para seguir alejándose de una victoria electoral que muy pocos augures le pronostican. Y Acebes ayudaba ayer al presidente del PP diciendo que si ellos gobernasen ya habrían convocado al embajador venezolano en Madrid para transmitir a Chávez una enérgica protesta. Como si el «¿por qué no te callas?» del Rey no hubiera sido la propuesta más enérgica que podía hacerse en esa circunstancia, sin que obviamente llegaran a romperse los estantes de la cacharrería internacional.

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