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Publicado por
León

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EN DEMOCRACIA, la honradez del funcionario, del político que ostenta una determinada responsabilidad pública, no se da por supuesta: debe poder constatarse de manera continua gracias a la transparencia general de las administraciones. Y el sistema ha de establecer métodos de control democrático para evitar abusos y desviaciones. Viene esto a cuento del último -por ahora- escándalo descubierto en el Ayuntamiento de Madrid. Si resulta plausible que todo el peso de la ley esté cayendo sobre los facinerosos, es en cambio alarmante que el pastel haya sido descubierto gracias a la denuncia de un particular, ajeno a la corporación municipal. El sistema no ha sido capaz de detectar la corrupción de sus interioridades. Uno se pregunta si hay suficientes controles. No lo parece.