Diario de León

LA ASPILLERA

Apagar la luz, encender la razón

Publicado por
VICENTE PUEYO
León

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LA ILUMINACIÓN de la Catedral se apagó anoche durante cinco minutos para que se encienda la razón. Un gesto simbólico, que se repitió ayer a lo largo y ancho del país, y con el que se pretendía formar una cadena solidaria. Una llamada de atención sobre un problema que a todos afecta: el cambio climático. El apagón tenía este año un simbolismo muy especial en tanto que coincide con la 27ª reunión, en Valencia, del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la que mañana sábado saldrá un documento que será de indudable trascendencia en tanto que marcará la pauta a seguir, desde el punto de vista político, una vez finalice (en el 2012) el vigente Protocolo de Kyoto. Los expertos reunidos en Valencia van a resumir, en apenas diez páginas, los datos objetivos, la información clave que se contiene en los miles de páginas que suman los informes surgidos de reuniones anteriores. Este esfuerzo de concisión, nada fácil y necesitado de grandes dosis de consenso, tiene un objetivo fundamental: que el mensaje que llegue a las manos de los políticos sea claro y contundente. Estos informes sintéticos, sin apenas ventanas para escabullirse, son los que temen de verdad los gobiernos y, en particular, los gobiernos (como China o Estados Unidos) que siguen mirando hacia otro lado. Habrá que esperar a mañana para conocer el contenido concreto de ese informe final pero hay directrices que ya se han adela ntado y que no van a variar. En este sentido, por si quedaba alguna duda, se insistirá en que es la acción del hombre la que está, esencialmente, en el origen del calentamiento global del planeta y en la generación de los gases de efecto invernadero (los ya famosos GEI). Otro elemento fundamental del informe se vislumbra más esperanzador en tanto que, ahora mismo, a la luz de los estudios y evaluaciones realizados en los últimos años, se considera que se está en mejores condiciones de llevar a la práctica medidas concretas y más eficaces para mitigar este problema. Las conclusiones que se deriven del encuentro de Valencia -de ahí su trascendencia- serán la base de las decisiones políticas que se adopten en la Conferencia sobre Cambio Climático que se celebrará en Bali el próximo mes de diciembre y que obligará a los diferentes gobiernos a bajar a la arena adoptando decisiones valientes. Es evidente que en este camino no hay nada gratis pero hay otra idea fundamental que también está calando: resulta más barato poner coto ahora al cambio climático que pagar sus consecuencias dentro de unos años. Ni nosotros, ni probablemente los hijos de nuestros hijos, conoceremos un planeta limpio de codicia e insensatez -combustibles de esta catástrofe en ciernes- pero, al menos, deberíamos irnos de aquí con el trabajo encarrilado y la conciencia más tranquila. No somos los primeros en atisbar el problema (ya en el siglo XIX el aragonés Joaquín Costa clamaba para que se preservasen nuestros bosques: « la tierra se muere de sed; es que no hay árboles; y como no hay árboles no hay agua ni vida» ) pero sí le cabe a esta generación la responsabilidad de modificar comportamientos suicidas una vez constatado que lo que nos jugamos es ni más ni menos que el futuro.

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