Faraones

LAS MARAVILLAS del antiguo Egipto siguen cautivando nuestra imaginación, y si hace unas semanas conocíamos el rostro auténtico de Tuthankamon -que por cierto parece bastante cabreado después de haber pasado tantos miles de años a la sombra y sin compañía-, una exposición que acaba de inaugurarse en Londres muestra diversos tesoros pertenecientes a la estirpe real del joven faraón al que se relaciona, desde el descubrimiento de su tumba en 1922, con oscuras y remotas maldiciones. La magia egipcia pronto comenzó a surtir efecto sobre varios de los profanadores de su mausoleo, que fallecieron a las pocas semanas por causas tan insólitas como picaduras de insectos o mordiscos de letales serpientes. Una serie de venganzas sobrenaturales que encandilan al personal más crédulo, a base de cuentos y otras historias que siempre acaban mal. Un tábano bien grande le ha debido de picar al faraón de Venezuela, también conocido como Hugo Chávez, auténtica fuerza de la naturaleza que busca la inmortalidad política acumulando gracietas, am enazas e insultos a tutiplé. Dicen que el señor Aznar va a dedicar su próximo esfuerzo literario, que algunos comparan ventajosamente con el Hemingway más inspirado, a semejante energúmeno militarizado. Al parecer, el tal Santiago al que dedica su último libro le ha dicho que no vuelva a escribirle, y si lo hace que ponga el correspondiente sello, así que nada mejor que intentar desbravar y adoctrinar al irredento Caracas Kid. Más que nada por ver si se tranquiliza y deja de dar disgustos a nuestro atribulado rey don Juan Carlos, afectado últimamente por otra de las turbulentas maldiciones de Osiris. La ve rdad es que no ganamos para disgustos.