Diario de León

DESDE LA CORTE

La pasarela de Bilbao

Publicado por
FERNANDO ÓNEGA
León

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ESTE PAÍS lleva una temporada larga, una temporada de años, pendiente de sus juzgados y sus jueces. Tenemos la vida pública más judicializada de Occidente. Del tribunal que juzgó el 11-M, ha dependido que cambiara todo el discurso político de la clase dirigente. Decisiones judiciales han determinado qué parte del entramado terrorista se podía presentar a las últimas elecciones. Las mayores pugnas por el control de parcelas de poder tienen como protagonista al Consejo del Poder Judicial. La propia Corona ha encontrado en la Administración de Justicia su referente de defensa, tanto para las injurias a los Príncipes en forma de caricatura como para la quema de fotos de los Reyes. Las sentencias -la última, ayer mismo--, aunque son discutibles y discutidas, envían un mensaje de que para injuriar a la Familia Real no existe la impunidad. Ahora viene el episodio más entretenido, que promete muchas emociones y mucha pasión de tertulia: el juicio oral de nuestro muy mencionado y algo menos querido Juan José Ibarretxe. Ayer, su defensa se salió por el lado más original, pero grandioso: citar como testigos a cuatro ases de la política como José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero, Jaime Mayor Oreja y Alfredo Pérez Rubalcaba. Alguien puede pensar: eso es megalomanía, y seguramente acierte. Pero es, además, una habilísima maniobra que tiene dos posibilidades: que el juez los llame o que rechace su testimonio, y pido perdón por la obviedad. Si el juez rechaza su testimonio, porque no viene al caso llamarlos, o porque no son testigos de nada de lo que se imputa a Ibarretxe, ya tenemos el lío organizado. Los abogados de Ibarretxe alegarán que se niega a su defendido el derecho a un juicio con todas las pruebas. Incluso pueden pedir la suspensión, objetivo que buscan y no ocultarán cuando aleguen que no se puede sostener un juicio oral sólo a instancia de la acusación particular. De todo esto saldremos hoy mismo de dudas. No vale la pena especular. Pero la cita de los cuatro grandes es tan osada como magnífica. Si son llamados, verlos pasar entre los fieles del PNV sería uno de los espectáculos más morbosos. Y si declaran, sería fastuoso ver cómo Aznar y Mayor Oreja confiesan que han mandado emisarios a negociar con ETA, ahora que se confiesan escandalizados por unos extraños contactos entre algún militante socialista vasco y algún intermediario etarra. Y sería grandioso escucharlos a todos explicando cómo se puede hablar directamente con terroristas, pero es delito dialogar con un dirigente político que entonces estaba en libertad. La pena es que intuyo que no veremos ese espectáculo, que podría resultar muy didáctico. Siempre nos cortan la película en lo mejor.

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