DESDE LA CORTE
Húndase el mundo si arrastra a ZP
¿SE HUNDE la economía española? La confirmación de que el PIB ha crecido 3,8 puntos en el tercer trimestre indica que sí. Eso se desprende, al menos, de la forma de presentar la noticia varias emisoras de radio y ediciones digitales de los periódicos. He visto y oído titulares con este tono: «cae el crecimiento», «se enfría la economía». Es como si dieran la bienvenida a una deseada crisis económica. Los europeos deben de estar pensando que estamos locos. ¿Cuántos países de la Unión firmarían tener un crecimiento similar? ¿Cuántas veces hemos alcanzado esa cifra en los últimos cuarenta años? Hay varias verdades en esta historia, y son que, con relación al trimestre anterior, hemos bajado dos décimas; que la construcción confirma su descenso de actividad, y que se ha reducido la pasión consumista. Pero es que estábamos en el 4 por 100 de crecimiento, cifra insólita en un país ya desarrollado y en un entorno geográfico adormecido. Y es que la creación de empleo estable ha crecido un 3 por 100. ¿Qué diríamos si, en vez de producir empleo, lo estuviéramos destruyendo? ¿Qué tipo de catastrofismo nos estaría dominando si, en vez de bajar dos décimas, bajáramos un punto? Nadie puede descartar el fantasma del «cambio de ciclo». Es natural que el desorbitado precio del petróleo termine por minar el tejido productivo. Está sin repercutir la vuelta a la normalidad de la locura inmobiliaria. Y el precio del dinero ha puesto un freno al consumo, porque los salarios no dan para pagar hipotecas más caras y vivir como si no hubiera pasado nada. Todo eso es posible y quizá inevitable. Pero hay algo que alguna vez hemos anotado: una tendencia al pesimismo, cuando no al derrotismo, que todavía no tiene justificación. Crecer al 3,8 por ciento es un éxito para cualquier sociedad occidental, y no digo para cualquier gobierno, porque los gobiernos tienen méritos limitados. ¿Por qué no disfrutamos esa cifra, mientras sea la única real? Es tema para una tesis. Yo he escrito y mantengo que existe un cierto regodeo en atribuir el «fracaso» a Zapatero: húndase el mundo, con tal de que arrastre a este gobierno. Sospecho que estos datos, en los que apenas nos habíamos fijado a lo largo de la Legislatura, se amplifican al olor de las urnas. Y sospecho que el posible deterioro económico se ha convertido en una baza del PP para presentarse como el salvador de la «ruina». Si así fuera, sería para dudar de la mayoría de edad de este país. Las bonanzas y las crisis tienen mucho que ver con los climas de opinión. Si un clima de opinión sirve para provocar la crisis, mal servicio se le hace el país. Y si se crea con fines electorales, estamos ante una simple y llana falta de responsabilidad.