TRIBUNA
La cena de Unicef por sus niños Sama-Velilla, injustificable
Se llama Dimba y no tiene más allá de siete años; camina dando patadas a un sucedáneo de pelotón (en realidad envase de plástico rellenado con harapos) por una de la calleja de Sokodé, su pueblo, y segunda ciudad de Togo. Porta en la mano derecha un paquete de comida, sustancialmente arroz, pasta y carne en conserva, que acaba de retirar su madre en una donación de las NN.UU., concretamente de Unicef. El chaval va cavilando sobre su desgracia particular: él no ha tenido jamás un balón. Y es lo que más siente: no poder jugar con una pelota de verdad para emular a los Zizou, Makelele, Raúl o Ronaldiño ¡Qué importa que no comiera un día, o dos, si a cambio contase con un balón!...Su madre, que trabaja como porteadora de cacharros para agua, no opina igual; va contenta porque, con los alimentos, le han hecho llegar el medicamento que precisa para combatir su esquistosomiasis, ya que la fiebre que produce esta enfermedad complica su trabajo de cada día. Lo peor -considera la mujer- es que hasta dentro de tres o cuatro meses no volverá por Sokodé el «camión de la alegría»¿ Bien, esta referencia ha sido tomada de un informe relacionado con las actividades de Unicef en aquél punto geográfico. Análogamente podría haberse producido el episodio en otro escenario de Africa, Asia o el continente sudamericano. Lo realmente lastimoso y sensible es que no disponga Unicef de más «camiones de la alegría» que con periodicidad mayor, alcanzasen a taponar las múltiples heridas producidas por los actuales caballos apocalípticos: hambre, enfermedad, analfabetismo y falta de libertad entre la población de muchos países del tercer mundo. Y podemos agregar otro «caballo», el de la pobreza de la tierra con agriculturas, por lo general faltas de medios idóneos, que no garantizan un resultado medio-rentable. «Unicef no quiere ayudar, quiere cambiar el mundo; quiere un mundo apropiado para la infancia y justo para todos, en el que los derechos humanos sean una realidad en cada uno de los rincones del planeta. (¿) Por ello en España con el objetivo de implicar a los diversos sectores de nuestra sociedad en esta tarea transformadora, hemos trabajado para fortalecer nuestra presencia social, para impulsar la labor de Unicef en la consecución de los Objetivos del Milenio y reforzar los principios y valores que marcan su actuación en todo el mundo». Son, estos, razonamientos expuestos recientemente por la Presidenta de Unicef-España, Consuelo Crespo, en una carta de orientación sobre el programa «Objetivos de Desarrollo del Milenio» (ODM). ¿Que cuáles son esos objetivos?... Lamentablemente no es posible recoger los detalles en un artículo periodístico, aunque si se puede subrayar que se trata de una idea ambiciosa, patrocinada por las Naciones Unidas y que para el área de la infancia se canaliza a través de Unicef. Planes muy humanos y prometedores; pese a múltiples imprevistos y activas negatividades. Por ejemplo, la oposición de carácter político en concretos Estados afectados por el programa; la muy explícita razón de la falta de dinero (una cosa son los presupuestos, por muy de la ONU que sean, y otra, la realidad de los costos encarecidos con el paso del tiempo, las catástrofes naturales y las guerras sobrevenidas) contribuyendo, asimismo, a una no total realización de propósitos, la pasividad de extensos sectores del mundo occidental. Excusamos decir que nos gustaría que iniciativas como la expuesta llegaran a buen puerto. Que Dios reparta suerte. Siempre se podría contar con el asesoramiento, y colaboración, de instituciones como la Iglesia, cuyas Misiones no han hecho otra cosa, desde hace centurias, que procurar el Bien y el pan en muchos inframundos ¿ He ahí, querido lector, la importancia que tienes tú, y que alcanzan promociones como la de la Cena de Unicef-León, para contribuir a rescatar de la pobreza a los niños más desheredados de la Tierra. Para empezar, es conveniente que se sepa que la acción directa, económicamente hablando, que las Naciones Unidas prestan a Unicef, no llega, ni con mucho, a la mitad del presupuesto con el que trabaja el organismo de protección a la infancia. Por tanto, nuestras disposiciones morales, nuestro profundizar en la realidad del problema y nuestra voluntad de ayudar al necesitado son los elementos imprescindibles que han de coadyuvar a cumplir con tan llamativa obra de misericordia. «¡Aún dirán que el pescado es caro!»¿ No sé el dramático pescado al que se refería el genial Sorolla, pero el desvalimiento de una infancia que se nos muere a chorros en el mundo bien merece un asiento a la benemérita y fraterna Cena de Unicef-León. Mañana, sábado 24, a las nueve y media de la noche, en el Hotel Conde Luna. Ah, y parabienes a la excelente organización y entusiasmo del equipo de Maria Teresa Rz. Hevia, Presidenta que acaba de estrenar cargo, y a quien deseo toda clase de éxitos, que bien merece. Entusiasmos y eficacias, por otra parte, en la misma línea de los anteriormente puestos en práctica por los grupos que capitanearon mis amigos Luis F. Picón (q.e.p.d.) y Emilio F. G.ª Lorenzana. Y enhorabuena, en fin, a los leoneses que nunca dieron la espalda a obras tan humanamente considerables, como ésta de Unicef. DE SURREALISTA, ininteligible y falta de rigor, podría calificarse las declaraciones del vicepresidente segundo y consejero de Economía de la Junta de Castilla y León en relación la línea Sama-Velilla. Veamos. Dice el señor consejero que esta megalínea «garantiza el futuro del carbón limpio». Señor Villanueva: aclare a qué se refiere con esto. ¿A contaminación?, ¿a gases de efecto invernadero?, ¿a la tecnología de gasificación?, ¿a importación de carbón sin azufre?, ¿al transporte?... ¿a qué, señor Villanueva?. Y es que en León lo tenemos mucho más claro. Mire: por cada kilovatio de limpio hay que desenganchar otro de sucio . Por tanto, este tipo de circunloquios y retóricas no van a justificar la megalínea entre Asturias y Palencia. Desestima el consejero de un plumazo un informe de Diputación de 30 páginas elaborado por un gabinete multidisciplinar de técnicos cualificados que demuestra sin paliativos la no necesidad de esta megalínea con base de datos contrastados y rigor científico en todas sus vertientes: jurídica, económica, medioambiental y técnica, con simples declaraciones generales sin contraste ni base alguna. Veamos: el consejero considera «estudiada y contrastada la necesidad de la línea». Díganos, señor Villanueva, dónde está ese «estudio y contraste». Y si su declaración desestimatoria se basa en algo más que un juicio de valor. Afirma, señor Villanueva, que el Informe de Diputación «se ciñe a la demanda de suministro», «que sólo ve en esta línea la de atender a la demanda de suministro energético». Aparte de lo confuso de lo que quiere decir, es evidente que como esto es falso y no nos creemos que mienta, lo que ocurre es que usted realmente no lo ha leído. Abunda usted en la necesidad de esta línea «para los proyectos de carbón limpio y energía renovable». Le volvemos a repetir que por cada kilovatio de este tipo de producción hay que desenganchar otro de sucio . Entonces, ¿para qué quiere usted una megalínea que no se necesita? También intenta justificarla para «el desarrollo energético». Mire usted, no sabemos que quiere meter en este gran cajón de sastre del «desarrollo» porque no lo explica. Pero le vamos a decir lo que el Protocolo de Kioto y otros muchos foros internacionales entienden por desarrollo energético, aparte de la disminución de emisión de gases de efecto invernadero. Se entiende por desarrollo energético el desarrollo en calidad, no en cantidad. Es decir, el desarrollo de energías renovables, aumento de la eficiencia de las existentes, consumo cercano a la producción y ahorro, no dilapidación como hasta ahora. Es una obviedad que su megalínea es la antítesis de esta política. Vamos, por último a facilitarle la «cuantificación económica de los beneficios de la Sama-Velilla para León pues es muy sencilla y nosotros ya la hemos hecho. Mire usted, en León somos excedentarios en casi un 70% de la energía que producimos, luego no necesitamos más líneas ni más redes ni más centrales. Las infraestructuras de producción (centrales) y transporte (líneas y redes) son extremadamente agresivas y devaluadoras para las personas y el medio donde se instalan, luego León va a valer menos después de la línea que antes de la línea. Este tipo de inversiones son tan exageradamente intensivas en capital como ínfimas en mano de obra. Los kilovatios producidos y exportados los facturan empresas privadas para sus beneficios, no León para el suyo. Y ande usted, que si llevar magavatios de Asturias al Estrecho perdiendo la mitad por el camino es cumplir el Protocolo de Kioto, que venga Dios y lo vea. Podríamos seguir, pero no parece necesario, señor Villanueva. La provincia de León tiene con esta megalínea y lo que vendría después si se instala, mucho que perder y nada que ganar. Por lo tanto, he aquí la «cuantificación de los beneficios»: beneficios, ninguno; perjuicios, todos. Y es que, como dijo un brillante y socarrón economista, «donde no hay beneficio, la pérdida es segura», señor Villanueva.