Diario de León

CRÓNICAS BERCIANAS

El cáncer de Toñín

Ponferrada

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LOS MÉDICOS d e la Seguridad Social han desahuciado a un niño de cuatro años de Fabero con un tumor cerebral. Después de ser intervenido quirúgicamente en mayo del 2006, y tras someterse a distintos tratamientos de quimioterapia y radioterapia, el cáncer volvía a aparecer este verano en la cabeza y en la médula del pequeño Antonio, hijo de un minero prejubilado y nacido en una familia que ya ha perdido otros cuatro hijos en distintas circunstancias, y que no quiere ver morir al quinto cruzándose de brazos. A Toñín le gusta ver los dibujos animados en la tele, tiene un triciclo como todos los niños, y apenas ha ido 15 días a la escuela, donde se tenía que conformar con jugar en la arena del patio porque no podía correr y saltar igual que sus compañeros. En enero de este año y durante una estancia en el Hospital Universitario de La Paz para pasar una revisión, su imagen anónima se pudo ver en algunos periódicos mientras sonreía en las rodillas del portero del Real Madrid, Iker Casillas, y del tenor José Carreras, que visitaban el área de Oncología del complejo sanitario madrileño. Ayer, Toñín ya no sonreía igual, aunque todavía tenía ánimo para subirse a su triciclo y posar para el fotógrafo de este periódico. Toñín está en su casa de Fabero, y no en un hospital, porque los neurocirujanos de La Paz han comprobado que es imposible extirparle de nuevo el tumor, que se ha extendido, y porque los oncólogos consideran que ya no se puede hacer nada más por él, en vista de la «no efectividad» de los tratamientos con quimioterapia y radioterapia que ha recibido. En la Clínica Universitaria de Navarra, un centro privado que junto con La Paz es una de las instituciones de referencia en la lucha contra el cáncer en España, consideran, sin embargo, que es pronto para tirar la toalla y que el buen estado de Toñín, dadas sus circunstancias, hace posible un tratamiento quimioterápico endovenoso e intratecal para frenar la enfermedad. Los padres de Toñín mantienen sus esperanzas en los avances de la investigación y aunque saben que el tratamiento que les proponen en la clínica no servirá para curarle, quieren ganar tiempo. El problema es el dinero. La familia de Francisco Ordóñez, antiguo trabajador de Coto Minero del Sil, y de Mari Flor López ha gastado recursos en viajes, algunos medicamentos que no cubre la Seguridad Social, y las consultas privadas de médicos de Oviedo y Navarra a los que han visitado en busca de diagnósticos alternativos; sólo las pruebas realizadas la semana pasada en la clínica navarra les han costado tres mil euros. A la espera de recibir el presupuesto del tratamiento en el centro privado, saben que será demasiado caro como para poder pagarlo, y hoy inician en Fabero una colecta popular, decididos a todo. Han pedido ayuda al alcalde, y tampoco renuncian a que la Seguridad Social les costée todavía el tratamiento en Navarra. Que la salud no dependa del dinero es, sin duda, la mayor conquista social a la que podemos aspirar. Pero el caso de Toñín, que sigue jugando con sus muñecos de trapo y mirando con ojos tristes a todos, resquebraja un poco más la confianza en nuestro sistema sanitario.

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