Cumbre de Annapolis

A LA IMPORTANTE reunión que empieza mañana en la Academia Naval norteamericana han sido invitados 48 países e instituciones, por eso es de grandes proporciones, pero los protagonistas son tres, cada uno con sus propias debilidades: Bush, terminando su mandato, Olmert, pendiente de un proceso judicial y Abbas, con la representación de la mitad de los palestinos. Pero estas condiciones negativas pueden no ser óbice para que la cumbre salga bien, porque su objetivo no es otro que «abrir la puerta del diálogo oficial entre Israel y Palestina», en unas conversaciones que se van a prolongar durante todo el año 2008 y a cuyo fin se espera que pueda ser firmado un acuerdo de paz entre los dos Gobiernos. Para ello, la Organización de Naciones Unidas tiene que reconocer el Estado de Palestina. Las dificultades son grandes, debido a que Israel tiene que ceder en temas importantes para su supervivencia y eso no lo va a hacer sin plenas garantías. La devolución de los territorios ocupados desde 1.967 implica por parte palestina el reconocimiento de Israel y la renuncia al terrorismo. Difícil cuestión en la que está comprometido Tony Blair con dos problemas adicionales a resolver: primero, que Hamas no está invitado a la conferencia, pero tiene un papel importante. Segundo, que Siria, también ausente, requiere un proceso de paz paralelo porque Israel ocupa los territorios del Golan que son sirios. Aquí entran derivaciones estratégicas con Irán y el Líbano. Por ello, bienvenidas sean estas negociaciones difíciles, a ver si por fin se puede iniciar un diálogo para resolver un conflicto que ha costado mucha sangre y dolor a estos pueblos bíblicos.