EN EL FILO
El mejor fichaje de ZP
CON Solbes a la espalda en la lista por Madrid, Rodríguez Zapatero se siente muy seguro ante la hipotética e imprevisible sorpresa de que a Rajoy le acompañase Rodrigo Rato en la lista madrileña del PP. En el terreno de la economía, al que Rajoy va a dedicar gran parte de su esfuerzo electoral, no encontrarán los populares una grieta por la que atravesar el muro defensivo del Gobierno socialista. Se puede augurar que la bonanza económica de los últimos años avanza hacia un desmoronamiento de todas las previsiones y que ante la recesión global acariciada por los oficiantes del catastrofismo no va a servir de nada la esperanza. En los mítines hasta se podría exigir que el pastoreo de las vacas flacas debería se encomendarse a un nuevo equipo de gobierno, de otro color, de nuevas ideas, de mayor ímpetu. Ocurre, sin embarg o, que si se echa una ojeada al panorama español no se encuentra en el censo de los economistas a nadie mejor capacitado/experimentado que Pedro Solbes para gestionar una crisis, valga como ejemplo la de 1993. Desde ese año hasta el actual, y saltando sobre los ocho de administración popular, las variadas etapas de la economía española han estado a cargo de Solbes, quien en 1996 había dejado al PP vencedor en las urnas una economía muy bien encarrilada. Probablemente el fichaje de Solbes haya sido la iniciativa de mayor efecto electoral entre todas las que vaya imaginando y anunciando el PSOE. Y no sólo por el mensaje que la autoridad profesional de este hombre transmite al mundo empresarial y financiero, sino porque le cierra al PP un flanco socialista contra el que pensaba dirigir el fuego de su artillería más pesada, dejando a la fusilería la inercia de disparar contra las dianas de costumbres, el desmembramiento de España y la política antiterrorista del Gobierno. Hace días que Solbes sugirió/anunció, negándolo con la boca pequeña y de una forma muy teatralizada, que iba a seguir a Zapatero en la próxima legislatura, si el PSOE ganase las elecciones, se entiende. Y ayer, lo matizó. No le ha puesto al presidente condiciones porque «no se ponen condiciones a un presidente», pero en sus largas conversiones de los últimos días, hablando «en profundidad de muchos temas», Solbes y ZP no habrían dejado nada en al aire, ni la autoridad suprema del titular del vicepresidente económico sobre el gasto de los ministros, sobre todo de los ministros del gasto, a los que el gasto tanto gusta, ni el porvenir de la Oficina Económica del presidente, ese órgano que en tiempos de Sebastián se aventuró en estrategias y maniobras financieras, sobre una opa especialmente, que no parecían haber sido acordadas o consultadas con la autoridad vicepresidencial. A esa Oficina le reconoce Solbes la misión de asesorar al presidente, pero una vez que se delimiten «las actuaciones de cada uno para evitar solapes».