Magdalena Álvarez, en la diana
POR TERCERA vez, la ministra de Fomento tuvo que pasar ayer el mal trago de una reprobación parlamentaria, en esta ocasión promovida -con claros fines electoralistas- nada menos que por IC-IU, socio del PSC en el «tripartito» catalán y frecuente colaborador del PSOE en el Gobierno. Es patente que nada de todo esto tendría sentido si no estuviéramos a las puertas de unas elecciones generales. Lo innegable es que la ministra, una mujer tan competente y trabajadora como adusta y seca, no tiene el don de la simpatía, por lo que está recogiendo los frutos que ha sembrado. Pero a estas alturas es impensable que Zapatero se avenga a destituirla o a aceptarle su dimisión. Porque, además, Álvarez, cabeza de la lista electoral por Málaga, es una pieza clave en el rompecabezas electoral.