EL OJO PÚBLICO
No es ANV, es ANB
ES POSIBLE que Rajoy sea un «retrógado» (sic), como dijo el sábado pasado José Blanco por dos veces (sic, sic) en su mitin de apoyo al Ministro de Justicia para obtener acta de cunero por la provincia de Murcia en las próximas elecciones generales. Y es seguro que la manifestación convocada por la AVT en Madrid al día siguiente no tenía por objetivo primordial denunciar la inexplicable negativa del Gobierno a iniciar el proceso de ilegalización de ANV (la marca actual de Batasuna) sino principalmente darle caña una vez más a un ejecutivo que es percibido por una parte de las víctimas de ETA (la que representa la AVT) como adversario de su causa. Pero, aun admitiendo una y otra cosa, ello no elimina una sorpresa a la que, desde hace meses, va ligada una inquietud: la que sentimos muchos ciudadanos, que no tenemos nada que ver ni con la AVT ni con Rajoy, al constatar la impostura con que el Gobierno y el Fiscal General del Estado contemplan el descarado crescendo con que Acción Nacionalista Vasca demuestra una día tras otro que es en realidad Acción Nacionalista Batasuna. Lo cierto es que desde que ANV reapareció hace varios meses, de manera llamativamente coincidente con las necesidades electorales de la ilegalizada Batasuna, fue palpable para cualquiera que quisiera ver la realidad que el viejo partido renacido era en realidad una marca fraudulenta con la que el frente político de ETA pretendía por enésima vez burlar su ilegalización. Pero eso que veía todo el mundo, y que el Gobierno y su Fiscal no podían no saber, fue insuficiente para que se decidieran a hacer lo que sólo a ellos corresponde -dar inicio al proceso para la ilegalización de ANV- porque Zapatero intentaba entonces todavía evitar el naufragio, irreparable desde su mismo nacimiento, de un proceso de paz que hoy sabemos sólo existió en su imaginación y en sus deseos. De entonces a acá, ANV ha confirmado de un modo concluyente (a través, entre otras cosas, de su radical negativa a condenar si una sola de las acciones de ETA militar) no ser, en verdad, nada más que la última careta con que Batasuna ha pretendido -y logrado en este caso, tras un proceso de anulación de candidaturas de ANV verdaderamente delirante- burlar su ilegalización y posterior disolución. Con ANV dentro de la ley hemos vuelto, pues, a un pasado que creíamos afortunada -y por lo que se ve ingenuamente- superado. Por eso, y dado que según el Diccionario un «retrógado» (¡uy, perdón, he querido decir retrógrado!) es un «partidario de instituciones políticas o sociales propias de tiempos pasados» va a resultar que en este caso e l retrógrado no es Rajoy sino el gran progresista José Blanco. ¡Paradojas de la vida!