Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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AUNQUE no todos lo sepan, circunstancia que les evita la pedantería, los profesores de Primaria son unos héroes. Se suele decir que la letra con sangre entra, pero sólo es cierto en el caso de que nos refiramos a la suya. Consultados los docentes de Primaria y de Secundaria, el 7 por ciento no ha tenido más remedio que confesar que la educación ha empeorado en los últimos años. Menos mal que la encuesta sólo refleja la opinión de ellos: si se hubiera inquirido la de otras personas, en vez del siete por ciento, se registraría el 10. ¿Quién va a saber mejor que sus progenitores la pésima enseñanza que reciben esas pobres criaturas? Los preparan para ser los parados de mañana, unos parados de provecho que ansían tener la edad suficiente para participar en el «botellón», una vez adquirido el uso de tapón, aunque sea de plástico. Es escalofriante enterarse de algunos datos y por eso es mejor desconocerlos. Hay muchos profesores amedrentados por sus alumnos y alumnas. Pronto se repartirán cascos bajo el lema de «enseñe, pero seguro». También hay docentes que pierden los nervios, después de haber perdido la ilusión. Si los enseñantes son pesimistas no podemos aspirar a un alumnado eufórico. En otras épocas, de las que no hay que tener nostalgia, por supuesto, al menos se respetaba la ortografía. Ahora hay bachilleres especializados en golpear cruelmente el diccionario -lo que se llama pegarle patadas al palabrero- y se considera el tuteo una forma de solidaridad. De su majestad el profesor, que yo sufrí con aquellos enlutados dómines, se ha pasado al colega. «El niño bien educado no escupirá en la sopera», nos aconsejaban. Sin duda era una excelente norma de conducta. Ahora se insinúa que no está del todo bien escupirle a los profesores a la cara. Más que nada porque si se les reprende pueden venir sus padres a pedir explicaciones.

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