AL DÍA
Televisión: violencia y autocontrol
EXISTE un dicho, o casi axioma, que se repite con demasiada frecuencia: las televisiones no pueden conseguir audiencia a cualquier precio. Sin embargo, resulta bastante difícil lograr que los operadores de televisión no caigan en la tentación del «todo vale» para aumentar la audiencia. Con demasiada frecuencia caen en el «más difícil todavía» del circo. Programadores y productoras buscan la situación más impactante, el testimonio más sobrecogedor, el enfrentamiento más real, para captar la atención de unos millones de espectadores. Al final, salta la alarma cuando la presencia en televisión de una mujer le acarrea la muerte en un acto de violencia de género. No ha sido provocada por la televisión, pero no se puede negar su influencia. El caso es que, en una civilización como la nuestra, con libertad de expresión y de información, sólo cabe el llamamiento a la responsabilidad de las televisiones, sólo se puede apelar al autocontrol que se impongan a sí mismas. Es muy delicado hacer recomendaciones de autocontrol desde las instituciones oficiales. Fácilmente puede sonar a censura, a intromisión gubernamental. Sería mejor que el Congreso de los Diputados, que es donde reside la soberanía del pueblo, llevase este tipo de iniciativas. Pero alguien tiene que hacerlo. La televisión es demasiado influyente como para estar descontrolada.