El equipo técnico

LOS QUE SELECCIONAN al seleccionador son los verdaderamente importantes, lo que ocurre es que están adornados por la encantadora virtud de la modestia. No quieren su lucimiento sino su enriquecimiento. Detestan que les hagan entrevistas y no se dejan fotografiar. Las personas realmente influyentes no es que amen la penumbra, sino que son adictas a los túneles y como no se dejan ver nunca se ponen demasiado vistas. ¿Quién hay detrás de estos muñecos parlanchines? Los políticos dan la cara, ya que en general andan sobrados de superficie facial, pero no es improbable que el guión lo haya escrito alguien, por lo común un señor calvo y solitario que tiene muy pocos papeles sobre la mesa y un único teléfono. Todos los partidos, incluso los que no tienen esa posibilidad única, se esfuerzan en ganar. Es su obligación más perentoria, así como la de los presos es fugarse. Ahora asistimos a una renovación de las fichas y ya han firmado contrato Solbes, Bono y De la Vega. Más flojo parece que está el equipo de Rajoy, que quiere batirse con los mismos que le han venido deparando la derrota. Hay apellidos que, a pesar de su impopularidad, se han vuelto populares sólo porque llevan mucho tiempo desagradando al pueblo. Hacerse un nombre cuesta y lo de menos es que ese nombre sea bueno o malo: lo que se cotiza es que a la gente le suene. Hay otras cosas que le importan más a los votantes. Pero desgraciadamente no se someten a votación. La barra de pan ha subido un 177% y el precio medio de un café con leche se ha incrementado en un 140. Es el maldito efecto euro, ese tocomocho comunitario. Menos mal que han bajado los precios de las telecomunicaciones y cuestan menos las llamadas pidiendo socorro.