Diario de León

HISTORIAS DEL REINO

Flatulencias australianas

Publicado por
MARGARITA TORRES
León

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NOS CUENTAN que Europa, previsiblemente y quédense con el adverbio, valora la posibilidad de incrementar la cuota láctea que tanto apretó el cinturón de nuestra provincia, una de las mayores productoras del recurso blanco de España. Llevamos años en los que todo han sido trabas para lo sufridos campesinos, más aún para los dedicados ganaderos, que gracias a sus durísimas jornadas laborales nos abastecen al resto. Primero nos salieron con aquello de que nuestras explotaciones tradicionales había que situarlas en la quinta puñeta del municipio, para que no contaminaran, sin pararse a pensar que las distancias exigidas podían acomodarse al modelo de poblamiento de Tordesillas y aledaños, pero no al leonés, más cercano a Galicia y a Asturias que a Pucela o las estepas castellanas. Luego continuaron con eso otro de que tal número de vacas no podía superarse, de que nada de incrementar producción aunque existiera demanda, de primar a quienes abandonaban el negocio de generaciones, de ahogar un poco más al ganadero. Me asusta que defienda lo nuestro la Consejera de los Topillos, porque, si ahora se dedica a leer informes sobre la materia, igual le da por interesarse por el asunto de las bacterias antiflatulencia que acaban de probar en Australia y nos acusa a los ganaderos leoneses de alterar el ecosistema con estas emisiones olorosas y repletas metanos. Y es que, en nuestras antípodas, los científicos se muestran preocupados por lo de la alteración del tiempo, pues han descubierto que en Nueva Zelanda, donde la ganadería bovina y ovina es un pilar económico de la nación, el 50% de la contaminación atmosférica por gases no surge de los tubos de escape de los automóviles y motos sino de los de las vacas y las ovejas. Así que prestos y vivaces, proponen introducir bacterias estomacales de canguros en estos cuadrúpedos para reducir emisiones. Y hete aquí que como en estos lares no tenemos canguros antiflatulencias, sino saltarines burros de la raza leonesa, habrá que iniciar estudios para acoplar la bichología de los asnos a la de los bovinos, si resulta compatible. Si tal fuera, tal vez deba proponer doña Silvia que Industria abra un centro reciclador de gases y convierta el potente metano de nuestros ganados en carburante para vehículos. De esta manera, mientras la minería se mantiene como puede y España continúa siendo dependiente de la energía de otros y se valora arrasar nuestros montes con la maldita Sama-Velilla, podríamos alimentar con garbanzos y berzas a los animales indígenas y envasar el producto final para transportarlo en gaseoducto al Musel o hasta alguna empresa catalana, por ejemplo. No sólo cumpliríamos con el medio ambiente, incrementaríamos las explotaciones, pagaríamos menos por la leche los consumidores sino que, a mayores, rumbosos que somos los de León, exportaríamos recursos energéticos para el resto de España. Eso sí: sin atentar ni contra Kyoto ni contra el futuro de esta tierra. Después de todo, tal vez alguien sí debería pasarle el informe australiano a la Consejera Clemente, no vaya a ser que la esperanza del incremento de la cuota láctea acabe siendo, desafortunadamente, una flatulencia sin envasar.

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