¿Para qué nos vale Pisa?

PRIMERO, para saber que la eficiencia de nuestro sistema educativo no es muy buena, ni tampoco de las peores, entre los 57 países sometidos a esta encuesta de la OCDE y contenida en el informe del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (Pisa). Se trataba de averiguar cómo andaban nuestros adolescentes en cuanto a competencia científica, o en cómo aplicaban en la vida cotidiana lo que hubieran aprendido en la Enseñanza Secundaria Obligatoria. Y de paso, cómo seguíamos, respecto a los años 2000 y 2003, en cuanto a competencias matemáticas y comprensión lectora. Segundo, para comprobar que ese nivel medio, manifiestamente mejorable, es particularmente preocupante en cuanto al nivel lector. Es ciertamente muy relevante que estemos peor que hace tres años. De este modo, es muy difícil que podamos estar a la altura de países que nos sirven de referencia en cuestiones económicas, principal asunto de fondo. Pero también pueden servirnos, a la inversa, para entender nuestra bizarra atracción telebasuril, cómo alicatamos nuestro entorno o de qué se nutre primordialmente nuestra capacidad productiva y sus curritos característicos, asuntos que nada tienen que ver con nuestra peculiar idiosoincrasia y sí mucho con una historia educativa de largos años carenciales. De esto no advierte la foto fija de este informe. En tercer lugar, debiera servir a los muchos gestores políticos, no para culpabilizarse unos a otros, sino para reconocer noblemente en qué fallan e imitar a quienes, como Finlandia, hacen mejor estos deberes. Por último, debiera valer a cada ciudadano para ser coherente. Puestos a escoger, ¿en qué preferiría el primer puesto para su hijo/a, en esto o en Supermodelo 2007 ?