EL BALCÓN DEL PUEBLO
Los partidos leoneses, en crisis
A NOVENTA días vista de la llamada a las urnas, los partidos políticos leoneses ya se afanan en la preparación de las listas para las próximas elecciones generales. La fecha ya está fijada: 9 de marzo de 2008. El azogue orgánico pierde parte de su nerviosismo respecto a las elecciones municipales. Para ser edil o corregidor de su pueblo, cualquier militante se siente capacitado. Para sentarse en el Congreso o en el Senado, el listado se reduce a una docena de aspirantes por cada partido. No siempre triunfa el mejor, sino el que juega con más habilidad sus bazas. O el que mejor padrino tenga. Yo creo que sería muy conveniente que antes de presentar las próximas listas electorales, los diputados y senadores salientes, tanto socialistas como populares, explicasen públicamente qué han hecho durante estos cuatro años en las Cortes Generales por la provincia a la que han representado. Damos por hecho que los socialistas se esconderían detrás de Rodríguez Zapatero, y que los populares, como máximo argumento, dirían que ellos estaban en la oposición. Pero lo cierto es que eso no exime a ninguno de su responsabilidad personal y de su compromiso con los electores, antes incluso que con su partido. Como ya se sabe, los partidos políticos leoneses se encuentran sumidos en una profunda crisis. La de los leonesistas se aireó en pasadas semanas, con motivo de la celebración de su congreso. Las grietas orgánicas en los edificios del PSOE y del PP no son menores. Ahora ninguno de los dos harán las obras de restauración. Aplazarán su ejecución para después de las elecciones generales. En el PSOE provincial existe una situación de desconcierto total, con el partido desguazado en Ponferrada y con el encefalograma plano en el resto de la provincia. La ejecutiva provincial socialista brilla por su ausencia, hasta el extremo de que el día a día lo lleva, con galones de coronela, un pintoresco personaje: Amor Martínez Franco. Una mujer que ha prestado muchos servicios a la vida orgánica socialista, pero también mangoneado lo que no está escrito. Es ya clara la contradición que existe entre el secretario general provincial, Miguel Martínez, y la ejecutiva local que encabeza el corregidor de la ciudad, Francisco Fernández. Mientras tanto, las aguas del Partido Popular leonés no corren menos turbias. Están lejos de ser cristalinas, como la de las norias. La presidenta provincial, Isabel Carrasco, se ha rodeado en la Diputación de un numeroso grupo de asesores que maltratan a los propios diputados conservadores y dan órdenes a los funcionarios. Nunca habían vivido una situación tan anómala. Los más destacados afiliados del PP, encuadrados en el grupo de Mario Amilivia, dicen en voz alta a todos los que quieran oirlo que los asesores en la Diputación están dedicados a tabajar para que Isabel Carrasco gane el próximo congreso del partido. Temen que con esa fuerza de choque, pagada con fondos públicos, la presidenta practique en León ciudad el exterminio partidario que ya hizo en Ponferrada. Sin embargo, estas batallas no se librarán en torno a las listas electorales. Por una razón: la decisión final pasa por Valladolid y por Madrid. Las batallas de ahora lo son sólo de desgaste.