Eterno femenino

SE VEÍA VENIR. A pesar de la mala prensa que tiene el género femenino en la literatura clásica, todos los datos parecen indicar que la mujer es superior al hombre en cuanto a capacidad de trabajo, saber estar y calificaciones en los estudios universitarios. Qué lejos quedan aquellos tópicos de «la mujer tiene los cabellos largos y la lengua más larga todavía» o la machista opinión del supuestamente sabio Averroes: la mujer es el hombre imperfecto, por así decirlo, con pechos. Nada de eso, pues según la docta opinión del psiquiatra granadino Enrique Rojas Marcos, en su último y exitoso libro, Adiós, depresión , afirma que el mayor problema de los hombres es su dedicación casi exclusiva a adorar el becerro de oro, limitando sus esfuerzos al campo profesional y olvidando casi por completo el asunto afectivo. Su refugio, dice el doctor, radica en el ascenso profesional, olvidando los demás aspectos gratificantes de la vida. Al parecer, en el eterno pugilato sentimental entre hombres y mujeres, el género masculino está siendo derrotado por un rotundo KO. Porque poniendo los cuernos a su difícil y tradicional destino, consolidado por malas costumbres ancestrales, las féminas llegan en la actualidad mucho más lejos en sus estudios. Son mejores conversadoras o negociadoras, y ahora mismo recogen el cincuenta y ocho por ciento de los títulos universitarios, nivel de éxito escolar que demuestra, sin lugar a dudas, que a las niñas se les dan mejor los libros. En opinión de maestros y maestras, no se trata de una cuestión de inteligencia, sino más bien de afán de supervivencia y deseo de mejorar. Además de caras bonitas, las mujeres son definitivamente la mano que mece la cuna.