DESDE LA CORTE
No es serio, señorías
¡QUÉ alivio, o qué disgusto, depende como se mire! Fidel Castro no será procesado por genocidio en España. La Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional ha hecho un descubrimiento al parecer insólito para otros jueces: ¡el señor Castro es el jefe de estado de Cuba! Y, como es jefe de estado, disfruta de inmunidad. Me pregunto: las instancias previas de la Audiencia Nacional, el juez que admitió a trámite la querella, el juez que la encauzó después, ¿no habían caído en ese detalle? Me pregunto más: para confirmar que Fidel Castro es jefe de un estado, ¿hay que reunir la Sala de lo Penal? ¿Hace falta poner a tantos magistrados a deliberar? Por lo que podemos ver, sólo el fiscal de la Audiencia sabía algo del cargo de Castro, porque no apoyó la querella presentada. Vulgarizo lo ocurrido ayer en la Audiencia Nacional, porque ha confirmado la poca distancia que existe entre lo sublime y lo ridículo. Lo sublime hubiera sido que hoy los periódicos recordaran aquella película titulada «Garzón contra Pinochet»; que un tribunal español tuviera renombre en todo el mundo, porque se ponía otra vez al frente de una operación de justicia universal; y que desde aquí se volviera a perseguir a un dictador. Lo ridículo es que se promovió una acción sin salida; que los querellantes y sus abogados sabían que no podía prosperar; y que, en vez de hacer un acto heroico, sólo se ha provocado una sonrisa, en el mejor de los casos. Ahora nos queda, como tantas veces, la duda: ¿dónde empieza la actuación rigurosa y seria contra un dictador, y dónde el afán de protagonismo y lucimiento de algunos jueces? ¿Dónde la persecución de un delito tan grave como el genocidio, y dónde el aprovechamiento del caso para el estrellato dentro del mundo judicial? Muchos ciudadanos, entre los que me cuento, tenemos dificultades para establecer esa frontera. Y algo peor: ¿por qué se consume tanto tiempo y energías en el estudio de querellas absurdas? Hace pocos días era noticia que los juzgados españoles tienen un atasco de dos millones de casos. La misma Audiencia Nacional donde se consumen esas energías de teórica persecución de sátrapas, ofrece con alguna lamentable frecuencia fallos en el seguimiento de los terroristas juzgados o pendientes de juicio. Se crean situaciones de alarma social cuando se publica que un etarra o un narcotraficante sale en libertad porque ha transcurrido el plazo de prisión preventiva sin sentarlo en el banquillo. Y con esa situación tantas veces denunciada y casi nunca justificada, ¿sus señorías se entretienen en intentar el procesamiento de Castro, reunir a todos los cerebros y llegar después a la conclusión de que Fidel es el jefe del estado de Cuba? No parece serio.