EL RINCÓN
Programas de urgencia
HAN TENIDO tiempo para introducir alguna idea que otra en sus respectivas ideologías, pero se conoce que han considerado más conveniente dejarlo para última hora. Si se les promete algo a los votantes con mucha antelación, olvidan la oferta. Es preferible hacerlo en caliente, para que al menos el eco no se retrase demasiado. Fieles a esa estrategia, ya que siempre es bueno conservar algún vestigio de lealtades, los dos partidos que compiten por el poder pugnan por presentarnos proyectos atractivos, imposibles de rechazar. Algunos se basan en la caza del voto de los inmigrantes y otros aspiran a conquistar la voluntad de los nativos que desearían emigrar. Lo más seductor es prometer dinero y el señor Rajoy, sin tirar la casa por la ventana, ya que se quedaría al descampado, ha prometido subir 150 euros las pensiones mínimas de viudedad. El mismo grandioso beneficio se aplicaría a las de jubilación para los mayores de 65 que hayan subsistido con la antigua, que cobrarían más de 650 euros mensuales. O sea, que si el Partido Popular gana las elecciones nadarán en la abundancia todos los que anteriormente no se hayan ahogado en la escasez. Se esperan grandes contraofertas del PSOE. Como «prometer no empobrece», que dijo Quevedo, no tienen por qué quedarse atrás en cuanto a medidas sociales. Lo que ocurre es que esas pequeñas cantidades se convierten en cifras macroeconómicas cuando afectan a millones de personas. Todo sería más fácil si en España no hubiera tantas viudas ni tantos pensionistas. Coincide esta técnica de seducción económica con la denuncia de los mismos que la proponen, que han acusado al Gobierno de gastarse 38 millones de euros en «autobombo». Nunca se ha hablado más de dinero contante, pero cada vez suena menos.