TRIBUNA
Pisa 2006: de la realidad al deseo
PARAFRASEANDO al poeta, encontramos en el nuevo avance de Pisa resultados discordantes con lo que nuestro deseo de educadores hubiera esperado y supone una seria llamada de atención a quienes gestionan la educación pública y también a quienes ejecutamos desde las aulas esas políticas. Una somera introducción puede facilitar la mejor interpretación de las siguientes líneas. Los informes Pisa son evaluaciones internacionales realizadas cada tres años de los rendimientos y calidad de los sistemas educativos nacionales mediante indicadores comunes. El primer informe es del año 2000 y ahora se han publicado los resultados correspondientes a 2006. Se han evaluado a los alumnos de los países de la Ocde, y de algunos otros países que lo han solicitado, a los 15 años de edad, momento de terminar la escolaridad obligatoria, en tres ámbitos: competencia científica, competencia lectora y competencia matemática. La competencia científica se define como la capacidad de usar el conocimiento científico no sólo para comprender el mundo natural, sino también para intervenir en la toma de decisiones que lo afectan. Los indicadores son: conceptos, procesos y situaciones en las materias de Física y Química, Biología y ciencias del espacio y la tierra. La competencia lectora se refiere a la capacidad de una persona para utilizar y analizar textos escritos para alcanzar sus objetivos, desarrollar sus conocimientos y posibilidades y participar en la sociedad. Los indicadores se realizan mediante textos continuos para evaluar competencias (narrativa, expositiva, descriptiva, argumentativa, persuasiva y preceptiva) y textos discontinuos (cuadros y gráficos, tablas, diagramas, mapas, formularios y anuncios). La competencia matemática es la capacidad para comprender el papel de las matemáticas en el mundo, emitir juicios bien fundados y utilizar e implicarse en las matemáticas de forma que satisfaga sus necesidades como ciudadano constructivo, comprometido y reflexivo. En este caso los indicadores son el contexto del problema, el contenido, el formato y la capacidad. Entre los expertos que diseñaron las pruebas comunes hay profesores de casi todos los países de la OCDE evaluados: por ejemplo, Francia tiene tres, Italia uno, Japón tiene dos, pero ningún español. Los resultados son decepcionantes: España obtiene resultados sólo comparables a países con un nivel de desarrollo muy inferior al nuestro. En alguno de los aspectos nos superan Portugal y Grecia y en todos, Polonia. Pisa vuelve a suspender a España. Somos el único país que no ha aprendido de sus errores pasados ni ha tomado alguna medida para incrementar y mejorar los resultados, y sigue mostrando una tendencia descendente desde el año 2000. Comparando los resultados actuales con los pobres resultados obtenidos en el informe de 2003, el nivel de comprensión lectora de los alumnos españoles de quince años ha descendido ahora de forma considerable, el de matemáticas es ligeramente inferior, y el de ciencias apenas varía. La media se sitúa en torno a los 500 puntos. El nivel de comprensión lectora de los estudiantes españoles de 15 años ha descendido 20 puntos en tres años y queda en 461 (481 en 2003). Esto significa que España se aleja de los países desarrollados, ya que se sitúa a 23 puntos de la media de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), establecida en 484 puntos, y 31 por debajo del promedio de la organización (492). Lo más alarmante es la bajada en picado de la comprensión lectora; sin ella no hay entrada en el mundo del saber: es la puerta del conocimiento. Los adolescentes españoles leen poco y además no entienden mucho de lo que leen. La Ministra Cabrera ha afirmado que: «La lectura es nuestra gran asignatura pendiente, y manejarla bien ayuda a sacar mejores resultados en otras materias». Los hombres tienen 4 puntos más que las mujeres en competencia científica y éstas hasta 27 más que ellos en comprensión lectora. Otro aspecto preocupante es la brecha cognoscitiva que se abre en mayor medida en cada informe. Así, mientras en 2003, la diferencia entre los alumnos con peores resultados -en su mayoría procedentes de familias con peor nivel socioeconómico-, y los de mejores calificac iones -procedentes de entornos familiares mejor posicionados-, era de 82 puntos, en 2006 ha pasado a 87. La correlación social entre el nivel socioeconómico y el cultural ha existido desde siempre, pero nunca en España ha sido tan profundo el distanciamiento entre los mejores y los peores. En el PISA de 2000 se nos reconocía un alto nivel de equidad como país con muy escasas diferencias y desviaciones entre los mejores y los peores alumnos. Los datos del estudio sitúan a Andalucía como una de las zonas con peor rendimiento escolar de Europa, mientras Castilla y León se encuentra en la media y, en varios aspectos, por encima de la misma. ¿Cuáles pueden ser las causas? Las agruparemos en técnicas y políticas. Entre las técnicas destacamos la opinión del profesorado que carga los malos resultados a las políticas educativas cambiantes, a debates estériles, a la falta de reivindicación del esfuerzo, de la disciplina y del trabajo en los ambientes sociales y normativos. Mario García presidente de padres de alumnos de Cádiz pedía «una estabilidad en los sistemas educativos que no existe». Para Julián Martín, presidente de la Asociación de Catedráticos de Instituto, «si los estímulos son bajos, las deficiencias cada vez son más». A su juicio, todas las medidas que el Ministerio ha tomado van «en dirección contraria» a la adecuada lo que explica la caída de nuestros resultados que es mayor con cada uno de los informes y no sabemos dónde podemos llegar por la cola. Algún pedagogo que se ha dejado oír señalaba esa misma dirección: poca estabilidad del sistema, promoción de valores contradictorios, escasa valoración del esfuerzo, nula acción para prevenir los fracasos (disimularlos como se ha hecho con el decreto que permite cursar el Bachillerato a caballo entre los dos cursos), la conflictividad y la violencia, no van a corregir ni a mitigar nuestra bajada de la calidad educativa en el foro internacional. Hay algún apunte a cuestiones de estabilidad social y emocional y a su impacto en el rendimiento de los alumnos. El segundo grupo de causas son las que esgrimen los políticos. Así el presidente aseguró que los malos resultados son fruto de «la baja educación de los padres». Echarle la culpa del fracaso de los hijos a los padres es muy socorrido pero poco creíble. Los padres de los alumnos de 15 años ya se educaron en la democracia con posibilidades para todos y medidas compensatorias. Además no explica en absoluto nuestra caída en picado, con peores resultados para cada informe. Para Rajoy «los déficits del modelo educativo atentan contra la igualdad de oportunidades». Critica también la doctrina de la simplificación y el dogma de la «autoridad compartida» de las clases autogestionarias donde la discusión y la toma de decisiones ocupa el tiempo de las materias evaluadas. Además algunos políticos han manifestado su moderada satisfacción con el resultado del informe, sin admitir lo obvio. En Alemania a raíz del Informe Pisa de 2000 cayó toda la cúpula del Ministerio de Educación y se pusieron a trabajar: su mejora en el informe de 2003 ya era palpable; la de 2006 es espectacular. Mercedes Cabrera, afirma que España necesita «dos generaciones» para que las cosas comiencen a cambiar en materia educativa y carga contra los padres: «El rendimiento de los estudiantes se pone en relación con el nivel de estudios de los padres; esto no es echar culpas, es simplemente un dato que el informe contempla. Tenemos un porcentaje de padres que tienen un nivel educativo por debajo de la media de la Ocde». El nivel de los padres de hace seis años sería el mismo que el de ahora y los datos son notablemente mejores. En relación con el supuesto impacto negativo de la inmigración en el sistema educativo, Cabrera ha apuntado que «no hay datos» y que «insistir en esto hace un flaco favor al funcionamiento del sistema y de esos centros escolares». Se trata de afrontar la cruda realidad y no de disimular: desprestigiar lo que mide y cómo lo mide el Informe es identificarse con la fábula de la zorra y las uvas; si no reconocemos que lo estamos haciendo mal no invertiremos la tendencia a empeorar.