Diario de León

TRIBUNA

El dinero zascandil y la Caja única

Publicado por
JOSÉ LUIS GAVILANES LASO
León

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QUERRÍAMOS que las distintas administraciones que gestionan nuestros impuestos nos diesen buena cuenta del destino de los mismos. No suele ocurrir lo mismo con el dinero que depositamos en las entidades financieras. Los modestos inversores escuchamos sólo el susurro de la conveniencia sin tener en cuenta el uso que se hará de nuestro dinero. Según la Confederación de Cajas de Ahorro, CECA, los españoles entregamos a las Cajas de Ahorro, sin contar a los bancos, el poder de gestionar alrededor de los 35 billones de las antiguas pesetas. Y como clientes sólo nos interesa un razonable equilibrio de seguridad, liquidez y rentabilidad. Pues, bien, si usted, estimado lector, casual o asiduo lector de esta tribuna, es de los mortales afortunados que tiene dinero en efectivo guardado o depositado en varias entidades bancarias, ¡enhorabuena!, no sabe usted cuanto le envidio, porque tiene ahora la oportunidad de incrementar su capital con réditos extraordinarios. Los bancos, cajas y entidades crediticias andan tan escasos de liquidez como la esperada del cielo en un año de sequía. Han repartido «generosamente» tanto numerario en créditos, particularmente hipotecarios, que se encuentran horros o huérfanos de fondos y andan a la captación de ellos como el tiburón tras los bancos de sardinas. ¿Qué es lo que se han inventado al efecto? Pues si usted tiene dinero, pongamos en una media, hucha, calcetín o, en su defecto, en una Caja o Banco a interés ordinario ¿esto es, en el mejor de los casos, al 4,5? y lo traslada a otra entidad, depositándolo en un plazo de tres meses, por ejemplo, le van a dar al vencimiento un interés de 6,5 T.A.E., por ser dinero nuevo. Pero si usted ingresa esa misma cantidad de dinero en su cuenta habitual, en acto de fidelidad a la entidad bancaria de siempre, le dicen que el 4,5 es el precio actual del dinero y no le pueden dar más. Y reaccionará usted, con tanta razón como ingenuidad, diciendo que eso es favorecer al cliente ocasional de hoy lo traigo y mañana me lo llevo, en desconsideración, incluso agravio, al fiel y veterano cliente que usted es. Vamos, que en la operación de saca y mete, es como una puesta de cuernos recíproca, sin nocturnidad, sin alevosía y ante oculos. Su entidad habitual le dirá: «haga usted lo mismo con el dinero que tiene depositado en nuestra oficina, pues nos importa un penique que nos engañe usted con otros». Por lo cual usted se convierte en una especie de correveidile, zascandileando con el dinero cada trimestre de aquí para allá en viajes de ida y vuelta, visita tras visita, con el fin de poner algún cero más en su cuenta doméstica de resultados. Parece como si el em porio de las pelas, que las da con intereses y las recibe con réditos y comisiones, se hubiese puesto de acuerdo para que fluya y refluya promiscuamente el dinero contante y sonante. Vemos, pues, que la competencia de las entidades bancarias por captar clientes en Castilla y León está en carne viva. Ahora bien, si usted es sólo cliente de Cajas en esta Comunidad, puede que al cabo de un tiempo indeterminado, no tenga ya que ir de una para otra, pues las seis se habrán fundido, confundido, fusionado, amalgamado, encadenado, o sabe Dios qué tipo de enlace nupcial. Hoy por hoy, esta Comunidad es la quinta en volumen de depósitos del sistema bancario nacional, con 51.171 millones de euros, y la sexta en el ranking por inversiones crediticias, con 67.957 millones, según el último informe del servicio de estudios de Caja España. Las Cajas de esta Autonomía controlan el 63,5% del conjunto de depósitos. Pero, ¡ojo al dato!, que diría la voz del añorado J. M. García, la banca privada está arañando lentamente cuota de mercado, pues su saldo a la vista creció en Castilla y León a un ritmo del 6,31% en los seis primeros meses de este año. Sabemos que Caja España y Caja Duero, oriundas respectivamente de León y Salamanca, lideran el mercado financiero en esta comunidad. A escala nacional, Caja España ocupa la décima posición del ranking de entidades de ahorro por dinero gestionado. Si las seis Cajas se fundieran en una sola, ésta sería la cuarta más importante de España, con más de 1.700 oficinas y tres millones y medio de clientes. Pero la operación de fusión de las seis Cajas de la región es más complicada que cuando en su día se fusionaron (o las fundieron) las provincias en comunidades autónomas. No es la primera vez que sale a colación pública el debate sobre la fusión, de ello se viene hablando desde hace bastante tiempo. Recientemente lo ha sacado a la palestra el presidente Juan Vicente Herrera en el ForoBurgos, ante lo más florido y granado del sector empresarial de la Comunidad. El presidente no ha podido ser más explícito y sincero al reclamar de las Cajas de Ahorro que dejen a un lado las excusas y diferencias y empiecen a pensar en fórmulas para ganar tamaño y competitividad, en aras de conseguir un mayor desarrollo económico de la Comunidad. La unión hace la fuerza. Vamos, que hay que «echarle músculo» a la cosa cuanto antes y dejarse de dar vueltas reflexivamente a la ciudad de Jericó. Hay que entrar en ella, ya, antes que vengan los de fuera y ofrezcan mejores alternativas al «tejido industrial» con el que fomentar avances económicos y sociales en la región. Asegura Herrera que su gobierno no intervendrá, aunque es indudable que no interferir no debe confundirse con indiferencia. El marco de una gran Caja ideal superaría la tradicional vinculación de las Cajas a sus territorios locales y permitiría afrontar grandes proyectos de una manera más operativa, en un mundo donde la competencia no es local sino global. Pero no todo el mundo está de acuerdo en que la fusión de las seis Cajas sea la fórmula mejor o más conveniente. Como de sobra sabemos, las Cajas tienen unas peculiaridades que las distinguen de las otras entidades financieras. De ahí que el señor Santos Llamas, presidente de Caja España, se haya manifestado al respecto apoyando la idea de fusión, siempre y cuando se solventen satisfactoriamente tres cuestiones importantes, a saber: el tema económico, el social y el laboral. Que le toquen los oídos a don Julio Fermoso con lo de «músculo» «tejido», siendo antes y primero que director de Caja Duero doctor en medicina, pues tiene su gracia. El señor Fermoso ha dicho que ese músculo ha de ser sano y no debe tener enfermedades, y para eso hay que entrenarlo. Traspasa la responsabilidad de la posible fusión a los políticos y aboga por la creación de sociedades tipo Madrigal S.A., que es una sociedad de capital riesgo de 30 millones de euros, en la que están las seis Cajas representadas para financiar propuestas de desarrollo en la región, habiendo recibido ya seis proyectos. Las raíces en la tierra pesan mucho. Ningún salmantino, sea o no sea cliente de Caja Duero entendería Salamanca sin su Caja, o sólo la entendería en el caso de que la sede no se moviera de su ciudad. Otro tanto cabe decir y así lo mantiene el alcalde de León. Francisco Fernández, que también ostenta la vicepresidencia de Caja España, ya ha advertido que está dispuesto a hablar de fusiones siempre y cuando la sede de la entidad resultante se ubique en León. Músculo, sí, pero ¿en qué gimnasio se realizaría la musculación de la previsible Caja única? Algunos, con maldad infinita, todo hay que decir, pronostic an que el nuevo ente financiero ya tiene nombre. ¿A que no lo adivinan ustedes? Pues, cuál iba a ser, me atruenan los oídos, «Caja Pisuerga». ¡Bingo! ¡Qué listos son ustedes!

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