Diario de León

DESDE LA CORTE

No es serpiente, es una hidra

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FERNANDO ÓNEGA
León

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SE HA dado un paso más, y muy grande, para desenmascarar el tinglado de ETA. La sentencia de la Audiencia Nacional que ayer se dio a conocer pone de manifiesto hasta qué punto desconocemos cómo se ha creado un monstruo del crimen, cómo se ha revestido de organización social y cómo se le ha hecho penetrar en las estructuras de la sociedad vasca. ETA, que se presenta a sí misma como agente de construcción nacional de Euskadi, es realmente una banda mafiosa que aprovechó su medio siglo de existencia para perfeccionar esas vías de penetración. Y lo ha conseguido. Las sucesivas sentencias y las pruebas aportadas después de largas investigaciones (algunas desde hace nueve años) demuestran su eficacia. Ha sido como el reguero de agua que entró en diversas capas del cuerpo social, hasta el punto de que las organizaciones KAS, EKIN y XAKI forman parte, para los jueces, de las entrañas y el corazón de la banda terrorista. Esto explica muchas cosas. Explica, por ejemplo, el increíble apoyo social que los criminales han encontrado siempre: tenían un aparato de propaganda y agitación, que se convirtió en instrumento de engaño de los ciudadanos. Cuando escribo esta crónica, todavía no se han producido reacciones nacionalistas, pero es seguro que hablarán de persecución masiva, dada la cantidad de condenados. Otra vez escucharemos a señores como Joseba Azkárraga, miembro del gobierno Ibarretxe, incluir esta sentencia en el capítulo de las grandes represiones que el Estado hace en su territorio. Tendrá razón en una cosa: en que son muchos los condenados, porque fueron muchos los procesados, pero tenemos derecho a pedir a los demócratas vascos que no hagan demagogia con estas sentencias. ETA ya no es una serpiente. Es la hidra, la serpiente de muchas cabezas, que se camufló con el vestido y el antifaz de organizaciones de apariencia pacífica. Y, cuando eso está demostrado, no valen las contemplaciones: si se quiere erradicar el mal, es preciso cortarlo de raíz. Con la ley en la mano, pero de raíz. Habría que decírselo también al nuevo presidente del PNV, el señor Urkullu, que ha sorprendido a todos con su propósito de abrir diálogo con los demás partidos, pero sólo busca hablar con Batasuna. Pretende, quizá, quedarse con su voto, si finalmente ANV no se puede presentar a las elecciones de marzo. Como estrategia política, es astuta; incluso inteligente; pero, como acción cívica, encierra el enorme peligro de dar vida a algo que las policías y los tribunales están tratando de cortar con el peso de la ley. Escribo esto con absoluta falta de fe: los nacionalistas vascos necesitan siempre explotar una imagen de represión. Aunque para ello le pongan cimientos a una banda criminal.

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