La prueba del nueve

VAN pasando los años, como es su obligación, y llegan las primeras nieves mientras nos preguntamos dónde están las antiguas. Así como ver caer la lluvia siempre nos recuerda otros chaparrones, las nevadas nos parecen siempre nuevas, sobre todo a los que vivimos en tierras solares. ¿Dónde están las nieves de antaño?, se preguntó Francois Villon, que a pesar de ser un ladrón no se acordaba dónde había dejado las cosas. Las primeras nieves han caído sobre la «áspera y espléndida España» y resulta que estamos donde siempre: el tráfico se ha colapsado en nueve comunidades, que también son las de siempre. Los mismos 20 kilómetros considerados como los más peligrosos siguen ostentando su deplorable plusmarca de riesgo. La meteorología es incorregible, pero la DGT tampoco parece que tenga arreglo. Los diez puntos negros de mayor accidentalidad siguen siendo los que eran, lo que no deja de ser una forma de fidelidad a la tradición. La nieve está siempre amarrada a ella misma. Cuando viene el calor se libera y se desenvuelve mejor. «Año de nieves, años de bienes», dicen los campesinos, que aunque sepan pocas cosas siempre son calificados de sabios. ¿Cómo se pueden colapsar nueve comunidades? A la llamada Madre Naturaleza se le han ganado muchas batallas, pero entre nosotros esto de las nueve comunidades atascadas viene a ser la prueba del nueve de nuestro progreso. Como el que no se conforma es porque no quiere, hay que considerar que peor es lo de Al Gore. El ilustre caradura, al que hay que reconocerle un notable sentido de la oportunidad, divulga las profecías de los científicos. El aumento del nivel del mar podría superar el metro y medio en 2100. Mi garaje, que sólo tiene libros, será una piscina y yo navegaré por otras aguas. El que venga detrás que nade.