AQUÍ Y AHORA
Un paréntesis antes de la batalla
YA NO QUEDA prácticamente nada para el día 9 de marzo porque los tiempos se disparan cuando se recorren las efemérides del calendario. A las Navidades sucede la Semana Santa con la velocidad con que la primavera trasciende al invierno y luego se aparece el verano, con la sensación de vorágine que tiene la vida. Ya hay fechas para los debates electorales y esta circunstancia le da un relevancia al proceso electoral a la que no estamos acostumbrados. Algo hemos salido ganando los ciudadanos españoles porque los líderes de los dos grandes partidos se han comprometido finalmente a contrastar sus discursos directamente ante os electores. La densidad de la política española, el enconamiento de la dialéctica entre oposición y gobierno, no determina su calidad. Ni garantiza que el interés por la política sea determinante de la participación ciudadana. Pero para so, precisamente, debieran servir las campañas electorales. Los sociólogos, que son quienes de verdad tienen el control de los partidos en tiempo de elecciones, estudian mensajes para seducir y el instrumento preferido es la confrontación. Ahora, en estos días de Navidades se produce un paréntesis de aparente calma. Es un efecto confuso: solo es un parón para agarrar impulso. Después del día de Reyes se dará el pistoletazo de salida y ya la tranquilidad será imposible hasta la noche del nueve de enero. La caza del fallo del adversario se equipara a la acumulación de éxitos propios. Pero son los ciudadanos los que tienen la palanca para mover el mundo electoral. La abstención es el gran fantasma anunciado en las elecciones municipales y en los referendos de las autonomías que renovaron sus estatutos. Movilizar a sus posibles electores es el reto de los partidos que todavía no se hanconvencido de que seducen mucho más las propuestas que los rechazos. La calma de estos días sólo es un espejismo antes de la batalla. No tendremos paz hasta después del nueve de marzo.