DESDE LA CORTE
El Rey, contra los egoísmos de partido
FUE EL PRIMER discurso de celebración del 30 aniversario de la Constitución. Fue el mensaje de más contenido social de los últimos años. Fue la llamada al consenso que un mayor número de españoles suscribimos. Fue una convocatoria al prestigio de las instituciones. Fue una reprimenda suave, pero visible, contra los egoísmos políticos. Fue un acto de fe en una España que se distingue por «su capacidad de superación y su dinamismo». Y fueron las palabras más esperadas del Rey por todo lo ocurrido en un año 2.007 complejo para la Corona, tenso en las relaciones entre partidos y marcado por los primeros síntomas de incertidumbre económica. Don Juan Carlos, como cualquier ciudadano, está satisfecho del periodo democrático, que acometió «una modernización única en nuestra historia». Cree, como digo, en el potencial de este país, al que define sistemáticamente como gran nación. Pero, después de escucharle, este cronista se atreve a suponer que la Corona no asiste complacida al espectáculo de los partidos. El Rey no hace ni puede hacer pública su valoración de actitudes, pero en su mensaje habló de generosidad, de grandeza de la política, de amplitud de miras y de política entendida como servicio al conjunto de los ciudadanos. Y eso contiene, a mi juicio, una velada crítica al partidismo exacerbado que hemos vivido en los últimos tiempos. Resulta muy llamativo que, treinta años después de aprobada la Constitución, la Corona todavía tenga que sugerir los ámbitos precisos para el consenso, y esta Nochebuena lo hizo. Señaló cuatro necesidades de acuerdo: las Instituciones, lo cual nos hace recordar la situación del Poder Judicial y el Tribunal Constitucional; el terrorismo, ante el que propuso una «cultura de unidad», que es mucho más que la unidad puntual ante un atentado; el desarrollo sostenible, «asunto que no se limita a una legislatura», y la política exterior, también «ampliamente consensuada». Es evidente que nos encaminamos a las elecciones sin perspectiva de pacto en ninguno de esos ámbitos. Lo primero que tendría que hacer el ganador de marzo debería ser convocar a todos a un gran consenso en esas grandes materias. Pero no sólo porque lo ha pedido el jefe del estado, sino porque el jefe del estado recoge un estado de opinión tan mayoritario como de sentido común. Y este cronista no se queda a gusto si no hace otro apunte en una frase que don Juan Carlos dijo de pasada: «quiero reafirmar mi profundo y permanente compromiso de servicio y de entrega a España y a todos los españoles». Se la hemos escuchado muchas veces. Siempre sonó como frase de ritual. Pero este año tuvo un valor especial, porque fue el año en que algunas voces pidieron su abdicación.