Diario de León

DESDE LA LIBERTAD

La losa sindical

Publicado por
RAMÓN PI
León

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EN EL Metro de Madrid hay una huelga de los servicios de limpieza de las instalaciones. Los huelguistas, para defender sus posiciones frente a la empresa, no se han conformado con cesar en su actividad, sino que además se han dedicado a poner en práctica algunas iniciativas creativas, como regar con aceite los accesos a los torniquetes de paso, lo que ha provocado ya algunos accidentes entre los usuarios. Las cámaras han registrado estos actos de vandalismo. Los huelguistas iban con las caras tapadas, como los delincuentes, así que la presidenta de la Comunida d autónoma, ante la imposibilidad de identificar a los responsables directos de estos actos ilegales, ha ordenado rescindir el contrato con las empresas encargadas de la limpieza, y convocar un nuevo concurso. Este es un episodio más de lo que los sindicatos aportan a la convivencia. No hay que recordar a Margaret Thatcher y los mineros: hace algunos años hubo, también en Madrid, una huelga de autobuses salvaje (se entiende por tal la que se comete sin atenerse a la mínima regulación que existe en esta materia).Los usuarios sufrieron las consecuencias de esta huelga, pero sólo al principio, porque pronto encontraron fórmulas de sustitución, se pusieron de acuerdo los vecinos para compartir automóvles particulares, etcétera, y al final ocurrió que el tráfico mejoró sensiblemente por la ausencia de autobuses, la gente se acomodó a la nueva situación, y los huelguistas se quedaron sin su principal activo, que es enfurecer a los usuarios. La huelga terminó con la derrota absoluta de los huelguistas, y desde entonces el alcalde Alvarez del Manzano ganó por mayoría absoluta una elección tras otra. Los sindicatos son uno de los principales frenos al progreso, de eso ya no cabe ninguna duda. Son una losa para el progreso, y una sanguijuela que no cesa de chupar fondos públicos, que no van a los trabajadores porque los sindicatos no tienen apenas militancia, sino a los dirigentes y los «liberados», que son los trabajadores que no trabajan porque son sindicalistas. Ningún Gobierno, desde que lo ordenó la Constitución de 1978, se ha atrevido a hacer una ley de huelga. Y así vamos.

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